Rafael Fernando García González es un tipo singular. Después de toda una vida de acá para allá, recorriendo caminos, recalando en distintas geografías que fueron construyendo su estilo, viviendo emociones y acumulando experiencias, ahí sigue, intentando que no se olvide su música, que permanezcan en la memoria sus canciones, que su creatividad no deje de aflorar, que su amor por el arte continúe siendo el referente de una vida entregada al estudio, a la carretera y a la pasión y saboreando una segunda o tercera o enésima juventud corriendo maratones, dando conciertos, promocionando sus creaciones y, de vez en cuando, dando a luz alguna sorpresa literaria como estos recientes Cuentos de andar por casa donde, una vez más, da una vuelta de tuerca a su inquietud por las palabras y compone un bello e intimista libro que sigue la estela de aquellas viejas canciones, de aquellos no tan viejos poemas y de todo ese torrente artístico que corre por su venas. Nando Juglar es incansable, en la distancia corta y en el largo recorrido, y ni una maratón empinada, una cita con la mala salud o un contratiempo en lo personal van a impedir nunca que esté siempre en la brecha. En los teatros, en las ferias del libro, en los escenarios, en los programas de radio y televisión o en las portadas de los libros. Antes, con su guitarra y sus canciones, recorrió los caminos de España y Portugal, de Europa, África y América, recorrió los pueblos de Extremadura en tiempos cuando la carretera y manta eran una realidad y el autodidacta que siempre fue nunca dejaba de aprender y sorprender. Ahora, sigue recorriendo esos caminos, al trote, con nuevos retos, pero sin dejar atrás su pasión por las letras, por llevar a los demás todo ese universo de optimismo y autenticidad que tiene dentro, esa capacidad para hacer que todos se unan a sus proyectos y participen de sus ocurrencias, en ocasiones, incluso solidarias, y siempre renovadas y frescas, que nos permiten seguir disfrutando de un extremeño al que nadie le regaló nada y es ejemplo de superación. Sé de lo que hablo. Hace unos años alumbramos el libro La música del caminante, lleno de sensaciones agridulces, anécdotas de toda una vida con la guitarra a cuestas y sueños cumplidos. Y sigue camino, entre canciones y cuentos, entre músicas y libros.