El juicio contra Angel Vadillo, que llegó solo con su abogado y salió conmocionado de la sala, comenzó, se desarrolló y concluyó después de siete horas de un modo singular. Fue debido a la insistencia y repeticiones de argumentos por el abogado de la defensa en relación a las supuestas filtraciones a la prensa, que remitían a personas y hechos ajenos al procedimiento, en los que pretendió basar la nulidad de actuaciones y la indefensión de su representado.

La jueza, además de rechazar las peticiones de pruebas y de nulidad de Arenas, le requirió en numerosas ocasiones por preguntas "impertinentes", "improcedentes" u "ominosas", seguidas de las correspondientes réplicas por parte de éste, de "protesto, señoría", hasta que el fiscal solicitó que se atuviera al Procedimiento Penal, pues "en España no existe el protesto como en los juicios americanos".

También le recriminó la jueza las interrupciones e interpelaciones que le dirigía, llegando avisarlo de que podría adoptar medidas. Así mismo, a lo largo de la vista, se pudieron apreciar numerosos gestos ostentosos y comentarios, incluso a la hora de interrogar a los testigos.