El Ministerio de Defensa ha estado mucho tiempo con las manos atadas para pode disponer del cuartel de Sancha Brava de Badajoz, situado en la carretera de Valverde, cuyas instalaciones fueron abandonadas en 1999 por el Regimiento Castilla 16 para trasladarse a la base de Bótoa. Cuando hace años hubo planes sobre estos terrenos, del ayuntamiento (que barajó la posibilidad de trasladar a este lugar el parque municipal de bomberos, antes de edificar el nuevo en El Nevero) y de iniciativas privadas, la respuesta del ministerio fue que estaba pendiente de sentencias judiciales debido a que tres familias reclamaron sus derechos de reversión sobre estos terrenos como antiguos propietarios. La situación ha cambiado. Según ha confirmado Defensa, «este litigio se encuentra concluido por sentencias firmes favorables al ministerio».

Las mismas fuentes han informado de que en la actualidad se está acometiendo la agrupación de las fincas que componen el cuartel y la segregación de la parte que ocupa el Club Deportivo Militar, que continúa afectado al Ministerio de Defensa. Como está ocurriendo con otras propiedades militares, los planes del Instituto de Vivienda, Infraestructuras y Equipamiento de Defensa (Invied) sobre el futuro de este acuartelamiento es la enajenación, por los procedimientos que establecen los estatutos de este organismo autónomo respecto a las propiedades desafectadas y puestas a su disposición (Real Decreto 1080/2017, de 29 de diciembre). En su momento, Defensa ya señaló que cuando pudiera disponer de los terrenos esperaba llegar a acuerdos con administraciones para evitar la especulación en suelo público. En los últimos años no han trascendido más planes sobre estas instalacionees, que ocupan alrededor de 100 hectáreas de campo y 10 de acuartelamiento.

Sancha Brava era inicialmente un campo de ejercicio de tiro e instrucción y recibe el nombre de la cañada donde se sitúa. Existe constancia de que se usaba desde finales del siglo XIX. El cuartel se comenzó a edificar en 1965 para acoger al Regimiento Castilla, que se trasladó desde el acuartelamiento de Menacho, porque había sido dotado de material pesado (carros de combate y transportes de cadenas) y en la carretera de Valverde podría disponer de espacio suficiente para maniobras. Las instalaciones empezaron a edificarse coincidiendo con una reforma interna del Ejército, que sacó los cuarteles fuera de las ciudades.

Sancha Brava fue diseñado como uno de los cuarteles más modernos de su época. Disponía de salón de actos adaptado para proyecciones de cine y representaciones teatrales y era el de mayor capacidad de la ciudad, con 1.100 butacas. Fue dotado de suministro de agua, electricidad, disponía de talleres, aparcamientos, botiquín, campo de deporte, piscina, depuradora, galería de tiro, pistas de aplicación, cocinas y comedor para al menos 1.500 personas, una pequeña residencia para mandos y hasta capilla. En 1999 el Ejército sustituyó los cuarteles por grandes bases militares, lo que supuso también el cierre de los de Plasencia y Mérida.

Defensa asegura que los terrenos de Sancha Brava están vigilados. Eso no evita su deterioro por el paso el tiempo y puede que, 20 años después, sea el momento de debatir sobre su futuro. El historiador militar Álvaro Meléndez destaca las «posibilidades extraordinarias» de estas instalaciones y propone su uso como dotación pública. Así, sugiere que podría funcionar como albergue para visitantes o de acogida o con espacios de ensayo para grupos de Carnaval o de música, pues dada su distancia al caso urbano, su ruido no molestaría.