Esta semana ha comenzado una nueva campaña en Badajoz que pone en marcha la Concejalía de Limpieza con la concesionaria, FCC, que consiste en repartir cajitas que contienen todo lo que un propietario cívico de perro puede necesitar, para que su mascota no vaya por ahí ensuciando aceras con sus excrementos y barnizando de orines las esquinas. La cajita se denomina kit-can e incluye una bandolera para comodidad del paseante, bolsas para recoger las heces y una botella reutilizable que debe llenar de agua y vinagre para eliminar el pipí. La intención del ayuntamiento es repartir 5.000. Para hacerse de la caja, dueño y perro tienen que acercarse al punto de distribución (que se ha organizado por barrios y poblados en horario de cuatro a ocho de la tarde) y recibe un kit por persona, tratando de evitar así la picaresca de los coleccionistas de lo gratuito.

Se entiende que si alguien se molesta en informarse de la fecha en la que la furgoneta de reparto irá a su barriada y se acerca ese día a recoger su cajita, es porque tiene interés en utilizarla. Aunque mucho me temo que quien lo está haciendo o pretende hacerlo es porque ya tiene adquirida la buena costumbre de recoger lo que su perro va dejando impúdicamente por la calle. No debe ser tan difícil hacerse de una botella vacía, al mismo tiempo que se sale de casa con una bolsita. Ya hay incluso supermercados que las venden llenas de un líquido desinfectante. Pero bienvenida sea la idea si sirve para que unos pocos, o mejor muchos, se planteen obligaciones que hasta ahora no cumplían. Me gustaría saber qué resultado dieron los dispensadores metálicos que la misma concejalía instaló en las calles, siendo su responsable Antonio Ávila, con bolsas para recoger las heces caninas, que desaparecieron antes de cumplir su cometido. Me refiero a las bolsas, no a las cacas.

Un kit de urbanidad y civismo bien llenito de buena educación y respeto a los demás es lo que necesitan los propietarios de perros de esta ciudad que se olvidan de que lo que acaba de soltar su animalito sigue siendo suyo, por mucho que el espacio que pisan sea de todos. Un kit que bien podría llamarse de decoro, con las normas básicas de comportamiento de quienes han elegido compartir su vida con animales en su casa y que deben saber que, de puertas hacia fuera, su mascota no pertenece al resto del mundo.

No comparto que con el dinero ajeno (20.000 euros de una partida de FCC destinada a campañas de concienciación) se acometa un gasto que los dueños de animales deben asumir y que tendría que ir incluido en el manual de instrucciones cuando uno decide tener mascota. Incluso sin necesidad de apoquinar nada, pues en todos los hogares hay botellas reutilizables y bolsas. Imagino que estos propietarios no dejan que sus perros suelten sus deyecciones en el interior de sus viviendas sin el menor control, y que no tienen que ir sorteando por sus cocinas y dormitorios los regalitos de su mejor amigo.

Desgraciadamente, la medida que más convence y de cuyo efecto disuasorio nadie duda es la multa. Sanción al canto para quien no recoja los excrementos ni limpie los orines de su perro cuando está en la calle. A la espera estamos de que se hagan públicas las sanciones que se ponen en Badajoz por cometer estas faltas. Es verdad que no se puede tener a un policía detrás de cada propietario de una mascota. Pero debe haber algún mecanismo para localizar a los infractores. El concejal Alejandro Vélez ya ha encontrado el modo de identificar a quienes dejan las bolsas de basura fuera de los contenedores, hurgando en su interior. A ver si para las inmundicias perrunas, también se le ocurre cómo.