Hace un mes, cuando apenas habían pasado unos días del decreto del estado de alarma que obligó al confinamiento, el Ayuntamiento de Badajoz puso en marcha un recurso para atender al colectivo más vulnerable de esta crisis, sanitaria y también social: las personas mayores que viven solas. Se trata de una línea de teléfono gratuita (900 15 00 25), que de lunes a viernes, en horario de mañana (de 10.00 a 14 horas) y tarde (17.00 a 21.00), atienden cuatro psicólogos del equipo de familias del Instituto Municipal de Servicios Sociales (IMSS).

Uno de estos profesionales es José Antonio Casquero, que atiende el turno de tarde de este recurso que, en su opinión, está cumpliendo la función para la que se creó, y es la de escuchar a personas que viven solas y cuyo aislamiento se ha agudizado con el confinamiento, lo que les está generando sobre todo «incertidumbre» por el «miedo de qué puede pasarles» y además echan de menos el contacto social. «Intentamos ayudarles en su gestión emocional, pero básicamente lo que cubrimos es la necesidad de contacto, de hablar, de desahogarse, de comunicarse con gente», señala. El perfil que a él le llega es el de mayores que sobre todo necesitan ponerse en contacto con alguien, «para hablar y expresarse, para contar sus miedos». Son mayores que ya vivían solos, personas viudas, y ahora su soledad es mayor al no poder salir de casa, lo que ha limitado sus relaciones sociales.

La impresión de este psicólogo es que al inicio del confinamiento, el impacto mayor lo generaban las dudas sobre la enfermedad y las llamadas sobre todo transmitían el miedo por una situación desconocida cuyo alcance no se podía calcular «y todo el mundo estaba con estrés y alerta». A medida que han ido pasado los días, la gente tiene más claro cuál tiene que ser su comportamiento. Pero la situación de los mayores en soledad se agrava y «tendrá efectos psicológicos». Los que llaman «te describen su ansiedad, que se encuentran mal emocionalmente, lloran, están tristes, por su falta de desahogo».

Cuando estos psicólogos comprueban que se dan situaciones que requieren atención sanitaria, los orientan para que acudan a su médico o al especialista. De hecho, se han producido situaciones en dirección contraria, y desde el sistema sanitario les proponen que llamen a este teléfono. Por otra parte, es habitual que los usuarios repitan e incluso los propios psicólogos se ponen en contacto con ellos si ven una llamada perdida o para hacerles un seguimiento.

Normalmente las conversaciones que mantienen con ellos son largas, de 40 o 45 minutos, «porque ellos necesitan desahogarse emocionalmente». José Antonio Casquero explica que lo primero que hacen sus interlocutores cuando deciden marcar este teléfono es presentarse y contar su situación personal. «Te hablan de que están solos y tienen miedo de qué va a pasar, si van a pillar el virus» y también de su situación vital, no solo la actual, sino de su pasado, de las circunstancias que lo han llevado a la soledad o los motivos por los que no pueden salir al exterior».

Estos cuatro profesionales no han tratado con ninguna persona contagiada, solo una con sospechas. También reciben llamadas que no corresponden a su servicio específico y las derivan. Ninguna se deja de atender. José Antonio Casquero destaca que el teléfono ha tenido mayor actividad cuando se ha anunciado en los medios de comunicación, como ocurrió al principio, que es cuando recibían más llamadas, aunque el goteo es constante.

Este psicólogo está convencido de la utilidad de este servicio, que debería tener continuidad más allá de que concluya el confinamiento.

Ahora que tanto se habla de la conveniencia de que los niños salgan al aire libre, este profesional plantea que con los mayores también existe esta necesidad, pero se debe sopesar con el riesgo que puede suponer para su salud. Además, apunta que había mayores con problemas de movilidad, que no salían de casa, pero siempre había alguien con el que mantenían contacto. Al mismo tiempo manifiesta que no todos están en la misma situación, pues hay mayores que se manejan son soltura con las redes sociales y con videoconferencia, lo que les permite mantener el contacto social, aunque no sea completo, pero otros tienen más dificultades y su nivel de relación social es muy reducido. Por eso, su posición es que se respete la decisión de las autoridades sanitarias. «Lo que más transmiten ellos es la necesidad del contacto personal, por eso el teléfono es una buena solución para cubrir ese vacío».