TDte nuevo ésta ha sido una semana de lamentos en Extremadura. La tozuda realidad que una y otra vez nos recuerda quienes somos, donde estamos y, sobre todo, lo que representamos en el panorama nacional.

Primero fueron los alcaldes afectados por el cierre de la mina de Aguablanca los que se vinieron de Madrid con una mano tras y otra delante tras intentar parar el ninguneo de una empresa que después de haber hecho caja en Extremadura se quiere largar incumpliendo el contrato. No nos sorprendió. A nadie se le escapa que el señor Soria va a pasar a la historia como el peor ministro para los intereses de Extremadura. El futuro de esa mina y sus trabajadores sigue en el aire.

Después fue la Junta de Extremadura la que se dirigió al Ministerio del Interior. Queríamos que la UME, la Unidad Militar de Emergencias, nos echara una manita para retirar el Camalote, una planta invasora que amenaza con provocar una tragedia medioambiental con graves consecuencias económicas. Nos contestaron por fax. Deben pensar que éste es el único rincón del mundo donde aún no hemos dado el salto a las nuevas tecnologías. Por supuesto denegaron la petición. ¡Allá ustedes con su Camalote!

Y para rematar la semana, los empresarios extremeños dan la voz de alarma tras escuchar unas declaraciones de la consejera de Fomento de Castilla la Mancha augurando buenas noticias para la construcción del nudo logístico de Talavera la Reina. Un optimismo que sólo se explicaría por el interés de Portugal en la conexión de mercancías por el norte. ¿La primera piedra de la Plataforma Logística de Badajoz? Bien. Gracias.

Y así. Una tras otra. Somos un millón de habitantes. Vivimos muy separados unos de otros. Y nuestro PIB esta por los suelos. Pero tenemos otro problema, si cabe, más importante: nuestra falta de coraje y unidad cuando hay que pelear por lo nuestro. Estamos especializados en lamentos. Y como botón otra muestra. Me cuentan que no existe el lobby extremeño en Madrid. Es decir, extremeños con influencia en la capital del reino que no quedan ni a tomar una caña, aunque sea por aquello de ser paisanos. Pues eso.