Un grupo de vecinos desocupados pasa la sobremesa en una esquina de uno de los edificios de Los Colorines. Frente a ellos unos quinceañeros enredan entre las motos. Los apostados en la esquina se niegan a hablar sobre la situación del barrio, y menos a dar su nombre o a salir en la foto. Dicen que aquí se vive tranquilo si no te metes en la vida del vecino. Cada cual a lo suyo. Reconocen el abandono de la barriada. No hay más que echar un vistazo alrededor: escombros, vegetación salvaje, pintadas, contenedores metálicos para evitar que los quemen, ... A pocos metros, las Cuestas de Orinaza.