La joven se sentó en la hierba, se desnudó los pies y amaneció más allá de la aurora. -.mientras, melena al viento, Ula, con pies alados, asustaba a la noche, decía Angel Crespo. Mujeres en la playa, parecen oler la sal, el sol, la cara vuelta al cielo, husmeando el horizonte arrebolado. Una mujer en silla de ruedas extiende los brazos sobre su cabeza, y ríe. Todas miran a la cámara y se desborda su sonrisa. Sonrisas en cadena, desgranándose maduras. Algunas cierran los ojos. Los dedos están crispados agarrando su pañuelo, queriendo lanzarlo a la vez, y casi vuela, alzado, brillante como una bandera, vergonzante como una mordaza. Se oyen sus suspiros. Y después cómo aspiran el aire, que entra a raudales, sorprendido, por hacerlo entre unos labios apretados, concentrados, sabios. Llevar el velo islámico es obligatorio en Irán. Más de tres millones de mujeres fueron amonestadas, multadas o arrestadas en un solo año por vestir inapropiadamente. En Brooklyn, lejos de su país, la periodista Masih Alinejad, nos conduce a una realidad que pese a ser descarnada, denuncia, y combate con un guiño, un ven conmigo: "No tengo miedo. Unete a mí y no tengas miedo. Sí, la libertad de elección es sólo el comienzo". Cientos de mujeres iraníes respondieron enviando sus fotos, y con esa excusa comenzaron a sentir el viento en su cara, a despeinarse felices con el mismo placer que da el agua fresca de la ducha sobre la piel, arrastrando la sal y la arena de la playa. Y las fotografías se reproducen, llaman a muchas otras, se diseminan por los muros de las redes sociales, desplegándose como una baraja abierta de un juego que allí puede resultar peligroso y aquí apenas provoca mas que un titular rápido, desbancado en minutos por uno mas provechoso, un nuevo resultado en el futbol, un nuevo comentario sobre los pactos políticos caducos aun sin nacer, sin una reflexión profunda, sin saber realmente qué sucede y qué no debe suceder. Aviven nuestras conciencias esos sencillos gestos, porque, sin duda, cómo en el verso en el que los pies desnudos de la joven asustan a la noche, esas melenas aladas despedazaran, suaves, la mas rotunda oscuridad.