Haruki Murakami nos entrega otra de sus obras más ambiciosas, 1Q94 . Ahora bien, las (comprensibles) exigencias editoriales ponen a veces en un aprieto al crítico. Se nos ofrecen los libros (o partes) 1 y 2 de una obra a la que falta una última entrega para completarse. Una obra que no es una trilogía, cada uno de cuyos tres componentes tenga sentido por separado, sino cuyo total forma un continuum indisociable. O sea, que de momento nos falta la conclusión de la trama, condición para valorar razonablemente la obra. Y como si acercamos la novela a un género, a lo que más se parece es a un thriller con presencia constante de ingredientes fantásticos, el lector se queda esperando impacientemente el desenlace y el crítico se ve obligado a suspender el juicio definitivo hasta haber leído el texto íntegro.

La novela, por otra parte, responde a las mejores cualidades de la literatura de Murakami. Admiramos desde el primer momento su extraordinaria habilidad narrativa y su imbatible combinación de la cotidianeidad más estricta con el despliegue de elementos inquietantes que se infiltran sinuosamente para alterar la realidad y producirnos una paulatina intranquilidad.

Aquí el relato nos coloca en 1984 (en una nítida alusión a George Orwell) para después desviarnos a un mundo diferente, 1Q84 , sólo ligeramente diferente (pues la letra q y el número 9 son homófonos en japonés), dentro de un deliberado juego del autor, que recurre a otros muchos en la construcción de la novela, como la división de cada parte en 24 capítulos (siguiendo la estructura de El clave bien temperado de Bach) o como la estricta alternancia en el relato de los dos protagonistas, Aomame y Tengo.

El mundo de 1Q84 afronta horrores reales, como la violencia contra las mujeres, la agresión sexual contra los menores o la expansión de las sectas religiosas, pero, sobre todo, una permanente amenaza, la gente pequeña, asomada al umbral de una puerta para que le sea abierta a fin de introducirse en el mundo de los humanos. Por ahora lo mejor que puede hacer el lector es sumergirse en el ensoñado mundo de 1Q84 , arrostrando el desasosiego de sus personajes, de sus íncubos y de su clima de pesadilla.