En estos días es obligado hablar de Turismo. Como todos somos turistas todos tenemos opinión, pero el turismo además de ser una actividad personal es una actividad económica que genera puestos de trabajo y bienestar, o malestar, a la sociedad. De eso sabe mucho España, que lleva años desarrollando una industria referente en el mundo y de la que podemos presumir de liderazgo. En plena crisis ha sido nuestra principal locomotora para seguir estando vivos. De esto también sabe Portugal, sin duda el país revelación de los últimos años, especialmente Lisboa.

Y Extremadura está en medio, sin que apenas recoja sus frutos por mucho crecimiento del que podamos presumir, pero de momento seguimos siendo una de las regiones de menor turismo de Europa.

España concentra su inmensa industria turística en el producto Sol y Playa, que sigue creciendo, y en el interior se concentra en las grandes ciudades al igual que en Portugal.

Y nosotros en medio, donde podría haber unos flujos turísticos universales, pero no existen por falta de infraestructuras de comunicaciones. En Madrid, a sus 6 millones de habitantes se suman los 12 millones de turistas que recibe y los 60 millones de pasajeros de su aeropuerto. En Lisboa a sus 3 millones de habitantes se unen los 4,5 millones de turistas que recibe y sus 27 millones de pasajeros que mueve al año su aeropuerto. Y entre medio Extremadura.

El Corredor Sudoeste Ibérico, no existe, pero si existiese y pudiese conectarse Lisboa con Madrid por tierra, tiene mucho que decir al mundo y su crecimiento no será lineal, sino exponencial y absolutamente imprevisible, pues descubriría un escenario desconocido para el mundo y lo haría accesible a todo el universo. No hay espacio para describir las muchas posibilidades del Corredor, pero lo que falta es una infraestructura para pasar de la actividad turística artesanal, que tantas satisfacciones emocionales nos da, a una industria turística que permita retener población, mejorar las condiciones de vida y atraer talento. La diferencia está en la accesibilidad, sin ella todos los esfuerzos absorben demasiadas energías que casi siempre son superiores a las que generan. Y así y todo no nos podemos resignar, hay que seguir mejorando el producto por muy limitado que sea el retorno.