Acude cada final de octubre a la esquina de la calle Mayor con Menacho desde hace 20 años a poner un poco de calor a las frías tardes y noches de otoño e invierno y a ganarse la vida. Es el vendedor de castañas, quizás más antiguo de la ciudad. José López, pacense de 57 años, casado y padre de cinco hijos, "todos a mi cargo", como él dice, vende castañas asadas en invierno y polos en verano, pero "yo, lo que necesito, es que el ayuntamiento me deje vender prensa en mi quiosco de helados, en el parque de San Fernando".

¿Por qué se pone en esta esquina cada año?

--Porque es un buen sitio, aquí la gente me quiere y tengo mis clientes. Vengo desde hace 20 años, de noviembre a enero y soy como hay que ser.

¿Son buenas las castañas?

--Ha hecho calor y son más pequeñas, y más caras.

¿Cuánto cuestan?

--Un euro, un cartucho de 12.

¿Cuál es la ciencia?

--Echar la castaña al caldero con el carbón caliente, con dos rajas, echar la sal gorda y darle vueltas para que no se queme.

¿Cuánto vende?

--Unos días con otros, 30 kilos.

¿Se para la gente?

--Sí, mucha, porque me conocen. Vengo todas las tardes desde las cuatro.