Durante años, en la procesión de la Virgen de Bótoa por las inmediaciones de su ermita, los grupos folclóricos iniciaban el desfile, se paraban cada rato a bailar, unos a otros se picaban y volvían a pararse, con lo cual los costaleros debían detenerse continuamente y la procesión se hacía interminable.

Pero a alguien se le ocurrió la solución y este año, por primera vez, los grupos de coros y danzas cerraban la comitiva, animando la procesión, según contaba Emilio González Barroso, que sustituía en el micrófono después de 50 años al locutor Julián Mojedano.

Los primeros en salir fueron los caballistas, unos cuarenta, encabezados por el sacerdote Juan Antonio Jiménez Lobato, que portaba el estandarte. Detrás iban las lavanderas, las camareras y la Virgen, vestida con un traje azul cielo. Cerraban la asociación de coros y danzas Extremadura, el grupo de mayores de San Andrés, Renacer y La Jara. La procesión duró una hora.

La pena es que ya no acuden carrozas, a pesar de que la hermandad sigue convocando el concurso. Según el hermano mayor, la gente ya va a la romería en coche y no se adornan los tractores.

Pero la hermandad no se rinde y el próximo año organizarán una campaña dirigida a colectivos y asociaciones de vecinos incentivándolos para que se animen a traer carrozas "porque es una tradición que debe conservarse".