Quedan pocas horas para que los niños más rezagados puedan entregar sus cartas al embajador postal, que desde el último día de noviembre permanece apostado en el templete del paseo de San Francisco de Badajoz para recoger los deseos dirigidos a sus majestades los Reyes Magos. El actor Pablo Bigeriego, con una reconocida trayectoria tanto en cine como en teatro (ha trabajado muchos años con Arán Dramática y ahora vive a caballo entre Madrid y Badajoz) da vida estas navidades a este personaje encargado de tramitar ilusiones.

Ayer por la tarde una larguísima cola de niños con sus padres esperaba su llegada. No sabe cuántos han podido conocer estos días. «Una barbaridad, ayer fue incesante, desde que salimos hasta que nos fuimos no nos pudimos levantar del asiento, no hubo momento de respiro, porque en este país estamos acostumbrados a dejarlo todo para el último día». Buena prueba es el contenido del buzón real, de gran tamaño, que está lleno más de la mitad de correspondencia con inocente caligrafía. Además de depositar la carta, los niños «me cuentan algunas cositas y a veces te parten el alma, te tocan la fibra». Recuerda a una pequeña que le pidió «que no quería juguetes, sólo que su padre volviera de Letonia, supuse que trabaja allí o es militar». Otra niña había sido operada de un tumor cerebral y el elfo (que interpreta el clown Vacasflakas) estuvo en el hospital animándola en el postoperatorio «y le vino muy bien». También ha habido momentos graciosos, como cuando un niño le leyó la larga lista de juguetes, que remataba con «una mierda pinchá en un palo». Su madre le aclaró que tiene mucho sentido del humor.

Los pequeños asumen «completamente» que están de verdad ante quien les va a poner en contacto con los Reyes Magos. «Eso es lo bonito de este trabajo, para ellos lo que viven es completamente real, no hay ficción, es algo auténtico» y él los ve «subir las escaleras, con esa sonrisa de oreja a oreja, los ojos que se les salen y un brillo en la mirada, que se te cae el alma a los pies», tanto que el frío de estas tardes desaparece con el calor humano que recibe.