Tantas veces contó Pedro que venía el lobo que cuando realmente el animal se acercó a las ovejas con hambre propia de su especie no lo creyeron y el pastor tuvo que salir por patas si no quería ser pasto de las fauces de sus propias fantasías. Lo de Pedro era afán de protagonismo y ganas de bromas. No creo que sean las mismas razones que mueven al portavoz municipal de Ciudadanos, Luis García-Borruel, a comparecer periódicamente en rueda de prensa para anunciar que ha perdido la confianza en el PP, el partido que gobierna en el Ayuntamiento de Badajoz gracias a la abstención de los dos concejales del partido naranja.

La última vez fue el pasado miércoles. Ha transcurrido apenas un mes desde aquella comida (fue el 4 de octubre) que Borruel mantuvo con el alcalde en un conocido restaurante de la ciudad para limar asperezas. Entonces concretaron un listado de compromisos que, según el portavoz de Ciudadanos, el PP tenía que cumplir si quería contar con el apoyo de su grupo para sacar adelante acuerdos con la mayoría que requieren. Asegura Borruel que el plazo límite que acordaron fue el pleno ordinario de octubre. Esa convocatoria ya ha pasado y al portavoz naranja no le salen las cuentas de la cantidad de asuntos pendientes, tanto de los 21 puntos del acuerdo de investidura como de los 61 por los que comprometió su apoyo a los presupuestos municipales del 2016. Ahora sostiene que la situación es aún peor porque se siente «engañado». Asegura que le dijeron a ciencia cierta que habían desaparecido la mitad de los cargos de confianza, como su grupo había pedido y el PP se había comprometido. Una reducción que tenía que ser efectiva antes de terminar el 2015. Pero de buenas a primeras se topa en el Boletín Oficial de la Provincia de hace dos semanas con que acaban de dar de baja a la coordinadora de Ifeba, uno de los puestos en cuestión y, al preguntar, se entera de que hay otros dos aún ocupados.

Según el equipo de gobierno, no ha habido intencionalidad en el retraso sino dificultades en los trámites para descabezar servicios que no pueden quedarse sin nadie al mando. Pero el portavoz de Ciudadanos insiste en que han tenido margen suficiente y que, definitivamente, ya no cree al PP, que no tiene la confianza que le ofreció en la investidura y que no se sentará a negociar los presupuestos con el partido gobernante.

Borruel ha llegado a un punto en que ya no sabe qué hacer, ni qué decir, ni qué pataleta armar para que los que ocupan el sillón de mando se den cuenta de que es su grupo el que tiene la llave para que el PP termine la legislatura al frente del ayuntamiento. Ahora bien, la moción de censura no es de momento una opción para Ciudadanos, como tampoco lo es para ninguno de los otros dos grupos de la oposición, que se verían en la obligación de presentar un candidato alternativo. No sabemos por tanto en qué se va a traducir la retirada de confianza, dado que si el PP gobierna es porque gozaba de la simpatía de los concejales de Ciudadanos, que según Borruel ya no tiene. Menos lobos, Caperucita.

Quienes sí parece que han visto las orejas al fiero animal han sido los concejales del equipo de gobierno, los que mandan y ahora están obligados a negocian. Se percibe cierta inquietud con la actitud separatista de Borruel, a quien hasta ahora habían tenido por un amigo fiel, el mejor compañero del PP. Pero ha enseñado los colmillos. Ya no está resultando tan fácil de convencer. Se ha desprendido de la piel de cordero, aunque aún no sepamos qué lleva puesto debajo. H