El cantautor Luis Ramiro (Madrid, 1976) se detuvo ayer en Feria del Libro de Badajoz para presentar su último libro de poemas, Metralla y purpurina, su cuarto poemario tras la publicación de Te odio como nunca quise a nadie (2015), Te quiero como siempre quise odiarte (2016) y Poemas para infancias mal curadas (2017).

Metralla y purpurina contiene sonetos, décimas, micropoemas y poemas largos de verso libre. Sobre todo este libro está repleto de la denominada poesía urbana, con versos directos como flechas que llevan a la diana, con los que el autor intenta expresarse de forma sencilla «como hablo yo en mis canciones, así es como me expreso». Ese es el secreto de la cercanía de sus versos: «Intento escribir tal como yo hablo, con palabras que uso en mi lenguaje diario». El resultado es que «la gente cuando lee lo que lo que escribo dice que le llega mucho porque no tiene que descifrar nada».

Sus poemas hablan del amor, de la vida, de las inseguridades, «un poco de todo». Para Luis Ramiro, «eso es lo bonito de la poesía y de la literatura en general, poder hablar de todo y expresar todo lo que te inquieta: tus miedos, tus sueños, tus deseos, no solo de amor y de desamor». La mujer es para él fuente de inspiración y su lucha por la igualdad porque «al final el mundo que te rodea es lo que conforma lo que tú eres y cómo te expresas y lo que quieres contar y cuentas temas que te están tocando».

Así, en algún poema aborda el maltrato y la posesión de la pareja. «Cualquier persona -defiende- tiene que implicarse ante un problema tan grave como la violencia de género y la desigualdad que sufre la mujer»: «No admitas que te amarre quien te quiera: / qué toxica es la mano que te abraza / poniendo alrededor una frontera», escribe.

Sus poemas son canciones y sus canciones son poesía. Un cantautor que publica poemarios no puede separar ambas facetas. «Al final mi forma de escribir, tanto poemas como canciones, es muy parecida, es la misma, no cambio el chip, es el mismo rumbo». Aun componiendo poesía urbana, acude a una métrica muy clásica en la que busca y encuentra la rima. «Me dicen mucho que he actualizado el soneto», en el que no se siente encerrado, a pesar de que con sus poemas habla de forma tan directa de temas cotidianos. «Es una especie de cárcel donde tienes que rimar todo pero esa cárcel me da una libertad, porque tienes que pensar más y darle vueltas a cómo contar una historia que sea corta, que llegue a la gente, que pueda releer el poema años después y tenga otra visión de él». A Luis Ramiro esta forma de componer poesía y canciones le resulta fácil.

Autores como él están consiguiendo que los jóvenes se acerquen a la poesía y de ahí a otros géneros. «Te viene gente muy joven que te dice que le gustan mis poemas porque los entiende a la primera». Pero no solo jóvenes. Sus lectores son de todas las generaciones. «Es maravilloso que estén dos personas al lado, que una tenga 17 años y otra 65 esperando para hablar contigo y que les firmes un libro porque les ha emocionado igual». Eso ocurre porque «al final los sentimientos son universales, da igual la edad que tengas».