Nos atendió nada más aterrizar en España, tras su periplo flamenco por Rusia. Ha viajado hasta allí como bailaora y cantaora, y especificamos, porque ella además de sentir con los tacones y la voz, trabaja como docente en diferentes instituciones y proyectos. Todos relacionados directamente con el flamenco. Es una admiradora del Marqués de Porrina, también de Camarón y no le importa a primera hora de la mañana cantarte unos fandangos, si es necesario. Acumula dos de las disciplinas flamencas, pero no nos sorprendería que le diera por dedicarse y aprender el toque. Entonces ella, ya sería un espectáculo en sí mismo.

--Acaba de llegar de Rusia, ¿cuéntenos cómo le ha ido?

--Rusia es un país que puede sorprender, para bien y para no tanto. Si hablamos artísticamente, es una cultura abierta a todas las manifestaciones foráneas que la emocione. Por ello el flamenco y su puesta en escena triunfan. Lo que fallan son las infraestructuras y la logística. Pero confío en que, con el tiempo mejore y sea más fluido el poder llevar estos espectáculos a más rincones.

--¿Cómo le han recibido allí?

--Allí reciben el arte con las manos abiertas. El flamenco se funde en su sentir más trágico con su vivencia propia como pueblo, que no es poco, y su felicidad como medio evasivo..., y esto suple a todos los encontronazos con el idioma, el problema con éste aparece una vez fuera del escenario (se ríe). Esa es nuestra grandeza como arte universal.

--¿Entienden el flamenco?

--España se abre paso en el mundo y en Rusia lo hace a través de muchos canales, como puede ser también la gastronomía. El gazpacho y la tortilla de patatas te la puedes encontrar en alguna carta. Cada vez gozamos de más adeptos como país y eso hace que cada vez fluyan más nuestras costumbres y nuestro arte. Son muchas las anécdotas. Por ejemplo, ¡fíjese!: estaba en el teatro y una señora desde la grada no dejaba de gritar: ¡olé Triana!, ¡vamos allá!... , yo estaba en mi número en ese momento, y si bien siempre me acuerdo de mis tangos y mis jaleos por donde voy, cambié a letras alusivas a Triana, ¡y se volvió loca! (se ríe). Luego resulta que vivía con su hija en la calla Castilla y cantaba, o eso me dijo, en el coro de la Hermandad del Rocío de Triana. ¡Me quedé a cuadros!, máxime cuando nos encontrábamos en un teatro en la Siberia a menos no sé cuantos grados bajo cero, ¡eso es tan grande!

--Es complicado imaginarse un espectáculo de flamenco en Kazajistán...

--No, no es complicado imaginar, ¡es más complicado llevarlo a cabo! haciendo frente a las dificultades logísticas y humanas, al margen de las burocráticas, pero mire, es tan emocionante cuando sale bien...

--No es la primera vez que viaja a Rusia, ¿qué ventajas e inconvenientes considera que tienen respecto al flamenco?

--En concreto esta es mi quinta gira. Voy cantando para el baile y mi número solista pa'lante. ¿Ventajas? que en España sabes como son los plazas, allí no. ¿Inconvenientes? que cada teatro es una prueba, porque infiere mucho el nivel cultural de la zona. Hay que dar una de cal y otra de arena. Y en cuanto a la logística es dónde hay más problemas. No están acostumbrados a trabajar con voces naturales, ni con suelo sonorizado. Se crece mucho como persona y artista.

--Maite Olivares, cantaora, bailaora y profesora de flamenco, ¿cómo se abarca todo eso?

--Con mucha energía y tratando de no perder la ilusión. El flamenco, como lo entendemos hoy, no concibe el hecho de que un/a artista sintetice de manera exclusiva estos dos campos como tales, sino que este arte cultiva una faceta u otra y se adorna con una u otra, a modo de mera pincelada. Tendríamos que mirar hacia atrás, para comprobar que las cantaoras nacieron siendo bailaoras y viceversa, allá por la época de 'Los Cafés Cantantes'. Cantar y bailar es mi expresión artística más plena.

--¿Qué actitudes, qué predisposición, hay que tener para cada disciplina?

--Para el baile, no tener complicación física ninguna, tener buen sentido del ritmo y suficiente afición y amor propio como para no importarte las horas de sudor y también de dolor, claro. Esto, si hablamos de una proyección por encima del mero aficionado, pues está demostrado que, a dosis justas, es un estupendo antidepresivo y mejora la calidad física y social de las personas. Para el cante, tener materia prima facilita mucho las cosas, es decir, voz afinada o con predisposición a ello, sin tener ningún daño natural. Si se empieza antes del desarrollo,