Durante todo el año, dos veces por semana voluntarias de Manos Unidas y de la parroquia de Nuestra Señora de Gracia participan en un taller de costura en el que elaboran la ropa de niños y prendas para el hogar con las que después llenan las estanterías de su rastrillo solidario, que desde este viernes, y hasta el 10 de diciembre, permanece abierto en el número 9 de la avenida de Colón.

Este año, el dinero que se recaude se destinará a un proyecto en la República Democrática del Congo que persigue la reinserción socieconómica de niñas que ejercen la prostitución. En un centro, estas menores reciben formación en distintos oficios para poder dejar la calle y tener un futuro laboral. El proyecto tiene un coste de algo más de 36.000 euros.

En la pasada edición del rastrillo se recaudaron más de 6.000 euros y este año la previsión es incrementar esa cifra o, al menos, mantenerla. De momento, parece que la crisis no está reñida con la solidaridad y en estos dos días han sido muchos los ciudadanos que se han acercado a colaborar, según explicó Juana Heredia, voluntaria de Manos Unidas y miembro del taller de costura.

COLABORACION Trajes para bebés, mantelerías, fundas, ropa para el hogar y bisutería son algunos de los artículos que se venden en el rastrillo. Todos los artículos que confeccionan están hechos con muestrarios. Además hay otros productos que han sido cedidos por particulares o empresas para su venta y también alfombras y nacimientos peruanos que la oenegé Coprodeli aporta cada año. Un 25% de lo recaudado con la venta de estos últimos artículos es para Manos Unidas y el resto, para quienes los han elaborado en Perú.

El rastrillo solidario está abierto de diez de la mañana a dos de la tarde y de cinco a ocho de la tarde.