TLtos problemas en el Centro de Reforma de Menores Marcelo Nessi de Badajoz no dejan de sucederse. Cuando no son protestas de los vigilantes o los cuidadores por falta de seguridad; son los internos o sus familias los que se quejan por el trato que están recibiendo.

Esta semana hemos asistido con verdadero estupor a las imágenes en las que cuatro vigilantes del centro "reducen" a uno de los internos. Y aunque se hayan utilizado "los medios de contención legalmente autorizados", según asegura la Junta de Extremadura, la verdad es que llama la atención la agresividad de los agentes frente a la aparente indefensión del joven.

Todos sabemos que los menores que ingresan en este tipo de centro no son angelitos , ya que muchos de ellos se han librado de la cárcel sólo por la fecha de nacimiento que aparece en su carnet de identidad. Por lo tanto, es fácil de imaginar que la convivencia en los centros de internamiento de menores no debe ser sencilla para nadie de los que allí se encuentran. Es por ello que todas las instituciones con responsabilidad en lo que suceda en el Marcelo Nessi deben actuar con la mayor sensibilidad, eficacia y agilidad posible.

La medida adoptada de apartar del módulo donde se encuentra el menor que ha denunciado una supuesta paliza, a uno de los cuatro vigilantes que participan en ella, se queda demasiado corta en comparación con la dureza de las imágenes. ¿Y los otros tres vigilantes, siguen en contacto con el denunciante?

Pero lo que me parece más lamentable ha sido la actuación de la justicia. No es de recibo que el juzgado que lleva el caso haya tardado más de dos meses en pedir información sobre los hechos. O que la fiscal de menores se entere de la existencia de una prueba fundamental para esclarecer los hechos a través de la prensa.

Las instituciones del Estado deben atender las demandas de todos los ciudadanos, pero si cabe con más sensibilidad, eficacia y agilidad las de aquellos que conviven en situaciones más extremas.