TCton siete leyes de educación distintas aprobadas en lo que llevamos de democracia, no se puede decir que la gestión de la educación en nuestro país haya sido una balsa de aceite; pero de ahí al desconcierto que la comunidad educativa está viviendo en estos momentos hay una gran diferencia. Probablemente nunca se haya visualizado, cómo hasta ahora, el guirigay educativo que tenemos montado. Y la situación política actual tiene gran culpa de ello. La coincidencia de las elecciones con las pruebas que marcaba la polémica Lomce para el final de curso no ayuda precisamente, sino todo lo contrario, a que haya un entendimiento entre las comunidades, gobernadas cada una por distintos partidos; ni tan siquiera ayuda a que exista una mínima coordinación a la hora de aplicar los criterios de evaluación que marca la ley.

De hecho se reúne la Conferencia Sectorial de Educación cuando todas las comunidades han decidido ya que tipo de pruebas realizar. Se la podían haber evitado. Y con un gobierno más en funciones que nunca. En funciones por segunda vez. Un auténtico carajal. Y así nos encontramos, en estos momentos, que según en la región donde un alumno o profesor se encuentre, así hará un tipo de prueba u otra. Donde está gobernando el PP se está realizando la famosa "revalida" para los alumnos de sexto de Primaria. No sin problemas, eso sí, como está pasando en Galicia. Mientras que en Extremadura, por ejemplo, se ha buscado el resquicio legal para evitar el gasto y el "estrés" que dice el gobierno extremeño que provoca esa prueba y se hará una "reválida alternativa": un examen individualizado que evaluarán los profesores del centro y que no tendrá efectos académicos. Sin duda el futuro de la Lomce está ligado al resultado de las elecciones. Pero no debería ser esa la preocupación de los partidos. Sino la incapacidad que están demostrando para llegar a un acuerdo de Estado por la educación. Y lo que es peor: evidencian el poco valor que le presuponen a la educación en el futuro de cualquier sociedad. Así nos va.