Más de 30.000 personas acudieron ayer al entorno de la ermita de Nuestra Señora de Bótoa para celebrar la romería. El tráfico fue fluido toda la mañana, a excepción de las retenciones que se produjeron por la procesión. Según la Guardia Civil de Tráfico, no hubo que lamentar ningún incidente.

El hermano mayor, Fernando Sánchez Cuadrado, destacó la afluencia "masiva" gracias al buen tiempo: soleado pero fresquito. La hermandad solicitó al ayuntamiento el servicio de Protección Civil. También estaba el alcalde Miguel Celdrán, que mostró su satisfacción por la afluencia de pacenses.

A la derecha de la carretera se colocaron las familias a la sombra de las encinas y, a la izquierda, se instalaron puestos de venta ambulante, atracciones infantiles y algunas casetas de cerveza y pinchitos. Había incluso aparcacoches ilegales.

Los devotos de la Virgen se amontonaban en el puesto de recuerdos para comprar cintas, a 80 céntimos la unidad, y rosarios, que a las once de la mañana estaban agotados, según contaba Encarna Rodríguez, una de las vendedoras. Este año, como novedad, se vendían manos de cristal (la imagen cogida con dos manos de cristal), además de medallas, pastilleros, camafeos, benditeros , protegemés y postales.

Entusiasmadas estaban especialmente las lavanderas de la Virgen. Quedan 17. La mayor de todas, Filomena Báez, no acudió porque está de luto. Sí fueron Pepa, de 91 años, y Vicenta, de 87, que ya no puede hacer la procesión y con lágrimas en los ojos sintió salir a la Virgen. La hermana mayor, María Estrella García, aseguraba que hay muchas jóvenes que quieren entrar.

Este año, de nuevo, el popular Luis Ramallo se llevó el rosario y el ramo de la Virgen, por los que pagó 3.000 euros.