Los de mi quinta recordarán el programa presentado por Jesús Puente Su media naranja, que ponía a prueba la sintonía de varias parejas, que competían para comprobar cuáles se conocían mejor que sus competidoras. La fórmula se ha repetido en otras apuestas televisivas. Más cercana es la sección del programa El Hormiguero donde las hormigas de Pablo Motos someten a preguntas a los dúos de invitados, que no necesariamente tienen que ser parejas sentimentales, sino compañeros de reparto o amigos de hecho, para que demuestren hasta qué punto coinciden en sus gustos, aficiones o preferencias.

Ahora que estamos inmersos en un mar de dudas sobre qué fuerzas políticas están más cerca de otras para justificar un posible pacto de gobernabilidad, en todos aquellos foros donde ningún partido ha obtenido la mayoría suficiente para gobernar en solitario, quizá habría que rescatar la fórmula de Su media naranja para comprobar, de una forma científica, el grado de aproximación que ciertamente existe entre distintas opciones, si es verdad que lo que realmente importa son los programas electorales y de gobierno, en lugar de las llamadas ideologías, distanciadas desde el extremo izquierda hasta el extremo derecha, en un espectro en el que cada partido establece su medida, a gusto de sus intereses.

Ya estamos acostumbrados a escuchar dispares interpretaciones de unos resultados que deberían ser objetivos, pero que a medida que aparecen nuevas opciones sobre el tablero, complican la partida. En Badajoz el PSOE ha sido la fuerza más votada, pero con una victoria insuficiente (12 concejales) para gobernar sin el apoyo de otro partido, en este caso Ciudadanos, cuyos 4 concejales se han convertido en imprescindibles para determinar quién gobierna esta ciudad en los próximos cuatro años, a pesar de ser la tercera fuerza más votada. PSOE y PP buscan su media naranja aunque las siglas que lucen este color no lleguen ni a una sexta parte de representatividad.

Como bien titulaba una compañera, la formación naranja se deja querer. Los dos grandes partidos con opción a hacerse con el bastón de mando realizan lecturas antagónicas del reparto de gajos. Los socialistas no tienen más que argumentar que han obtenido más votos que ningún otro partido en Badajoz y que, aunque no sean suficientes para garantizar un gobierno estable, cuando los pacenses han hablado a través de las urnas, lo que han dicho es que quieren un cambio, pues suman mayoría los que no apoyan al PP, que ha perdido ocho concejales desde que Francisco Javier Fragoso es candidato (con Miguel Celdrán llegaron a ser 17 y ahora ha conseguido 9). Pero también el PP puede decir -y de hecho es lo que está defendiendo- que los resultados electorales en la ciudad ponen de manifiesto que la mayoría de los pacenses no son de izquierdas, pues los dos partidos situados en este lado del árbol ideológico, no suman suficiente para formar un gobierno municipal (Unidas Podemos tiene un concejal). Ciudadanos, que ya ha puesto su línea naranja sobre la mesa, pactará con quien asuma su programa electoral. Parece fácil, no hay más que superponer un esquema sobre otro y comprobar las coincidencias, que seguro que serán abultadas, tanto con el PSOE como con el PP. Si el candidato naranja participase en el programa de Jesús Puente podría emparejarse con el socialista o el popular. Pero no serán las coincidencias programáticas la razón que determine la alianza en Badajoz. Se estrecharán las manos y se besarán, pero cuando llegue el momento de firmar los votos de su unión no nos contarán todas las razones de su matrimonio de conveniencia.