"!Viva la patria¡". Con esta frase terminaba siempre sus arengas invitando a la lucha el general Rafael Menacho y Tutlló, un badajocense ejemplar, que dio su vida luchando por la ciudad durante el asedio de las tropas francesas en 1811, según coincidieron ayer el alcalde, Miguel Celdrán, y el coronel jefe interino de la Brigada Extremadura XI, Salvador Cuenca Ordiñana.

La ciudad rindió ayer un homenaje a este general con motivo del bicentenario de su muerte en el baluarte de Santiago, donde se encuentra el monumento que se erigió en su memoria y en el que ayer un grupo de militares de la Brigada Mecanizada XI depositó una corona.

En el acto participaron una escuadra de gastadores, una banda de guerra y una compañía de honores formada por tres secciones representativas, como la sección de fusiles ´Alvaro de Sande´, ataviada con uniforme del siglo XVII.

Tanto Celdrán como Salvador Cuenca ensalzaron la figura de Menacho, que fue "un ejemplo de militar. Bravo en el combate y duro en la fatiga". Llegó en 1809 a Extremadura para participar en la batalla de Medellín y fue nombrado en 1810 mariscal de campo y gobernador de Badajoz. "En Menacho encontró Badajoz el jefe capaz que necesitaba para su defensa". Pero el 4 de marzo de 1811 resultó herido de muerte en el mismo baluarte que ayer acogió el acto, al que asistieron autoridades civiles y militares.

Celdrán destacó la relación de Menacho con Badajoz, "un badajocense emérito y una figura relevante para la historia de la ciudad". Según dijo, fue un "referente para generaciones posteriores", prueba de ello es que "desde su muerte la ciudad le rindió un constante homenaje" y que una de las mejores calles lleva su nombre desde hace más de un siglo.

Cuenca elogió a este general, "que fue un compendio de las más altas virtudes personales y castrenses" e hizo gala de "arrojo, valor y liderazgo".

Tras un desfile militar por las calles, se llevó a cabo una ceremonia en el claustro de la catedral, junto a su tumba.