Se podrán decir muchas cosas de Alemania y los alemanes. Pero Alemania es una de las grandes potencias económicas del mundo y, desde luego, el motor de la Unión Europea. Su capacidad, su influencia, su tesón y su productividad como nación está fuera de toda duda. Y Angela Merkel, que abandonará la cancillería alemana en octubre de 2021, ha demostrado, a lo largo de los últimos quince años, que su forma de gobernar no solo es diferente por eficaz, sino que, además, ha desplegado todo un abanico de recursos en la diplomacia, el arte de la negociación y la reconstrucción europea. Si, una reconstrucción que ya tuvo lugar hace poco más de una década y que regresa, si cabe, con mayor determinación para aliviar a los pueblos de una vieja Europa cansada que, siendo referente cultural en el mundo, se ubica en el medio de una cada vez más complicada y difícil influencia internacional. Sin embargo, siempre Alemania, de la mano de Merkel, acaba sacando un conejo de la chistera, escucha a los más débiles, a los pequeños (ocurrió con Grecia), intentando que la UE mantenga una posición fuerte en el mundo y no ceda a las presiones rusas, chinas o estadounidenses. Posiblemente, quien mejor ha gestionado en el planeta la crisis del coronavirus ha sido Alemania y, con toda seguridad, quien ha dado ejemplo de medidas contundentes, vigilancia extrema, control sociosanitario y ayudas eficaces a los sectores más perjudicados. Ha sido Alemania con una Merkel que no ha necesitado interminables alocuciones ni portavoces perdidos en la niebla, sino contrastados expertos para afrontar una crisis que se anunciaba intratable. Por mujer, por científica, por saber muy bien qué es vivir bajo el comunismo, por conocer los peligros del populismo, por su envergadura política, por su liderazgo europeo y por la innata condición alemana de ser fuertes ante la adversidad, ya no confío ni en los propios ni en los foráneos, solo en sus ideas democristianas, en su europeísmo cierto y en su voluntad férrea porque los pueblos más vulnerables -y España lo es- puedan salir a flote de este desastre que, a poco que dejemos en malas manos, puede enterrarnos para siempre. Solo Merkel puede volver a salvar nuestra economía, nuestra estabilidad social y nuestro futuro. Una gigante de la política -y con ella, los socialdemócratas- para una España fracturada y vulnerable.