El invento se desinfla. La Mesa del Ruido se creó como foro de debate para intentar abordar entre todas las partes implicadas las molestias que el ocio nocturno genera entre los residentes donde se ubican los establecimientos de hostelería. Gracias a esta mesa se ha adoptado alguna medida para intentar conciliar el derecho al silencio con el de la diversión. Se puso coto al horario del mercado artesano de AlMossassa, para disgusto de los vendedores ambulantes, y también a las barras de la plaza Alta. La fiesta de los orígenes de la ciudad ha sido la que más recortes ha sufrido como consecuencia de las quejas del vecindario. Pero el verdadero foco de molestias continúa vivo de jueves a sábado el resto del año. De la mesa han resultado anuncios de los que nada más se ha vuelto a saber, como cuando el entonces concejal ¿del ruido?, Germán López Iglesias (ya hace casi año y medio que dejó el ayuntamiento y su rastro no se difumina), anunció como medida de sentido común que se iba a elaborar un calendario previo con la ampliación de horarios correspondientes a cada cita festiva. Lo dijo tras las quejas de los hosteleros, que no sabían hasta pocas horas antes de comenzar la juerga cuántas horas podrían permanecer abiertos, para poder organizar personal y neveras. De aquel anuncio nunca más se supo. López Iglesias se marchó y quien cogió el testigo se olvidó de aquella solución que nadie sabe porqué no siguió adelante, pues en principio parecía una medida de fácil concreción.

Para camelo el de la última reunión de la Mesa del Ruido. El día antes de su celebración el alcalde anunció que para mantener a raya a los locales que molestan, el ayuntamiento está buscando la manera, a través de una ordenanza u otra normativa, de obligarles a que expongan su licencia en el exterior. Tal como lo había expresado, parecía una novedad y así lo confirmó el concejal de Urbanismo, Celestino Rodolfo, quien dos días después reconocía que esta obligación ya existe (desde 1996) y no confirmaba si consistirá en exponerla fuera, en la calle, simplemente «en un lugar visible», como ya se está haciendo. Vamos, que no era una idea original. Como tampoco lo es retirar la licencia a quienes incumplen reiteradamente, según piden los afectados, y no se hace.

En teoría, en la anterior reunión de la Mesa del Ruido habían quedado en que la siguiente tendría lugar antes del Carnaval. Ya saben quienes la integran que poco tienen que decidir, pues su presencia es sólo a título consultivo. Pero al menos por deferencia, el ayuntamiento -que es el que convoca- debería haber esperado a que se celebrase, antes de publicar el bando del Carnaval, que es la norma local que regula todo lo concerniente a los horarios de los bares y la colocación de barras en la calle. De poco valía sentarse a hablar de lo que ya estaba decidido. El equipo de gobierno no se ha cansado de decir que el Carnaval es innegociable. Si así es, ningún sentido tenía sentarse a hablar en la Mesa del Ruido, donde los representantes de quienes se quejan de las molestias que soportan pretendían al menos volver a pedir que se tengan en cuenta sus derechos y se respete la legislación. Siendo éste el panorama, la Asociación Contra el ruido Espantaperros decidió no asistir a esta cita. Esta semana, el otro colectivo que junto con el anterior más ha guerreado para defender el derecho al descanso de los residentes, SOS Casco Antiguo, también ha confirmado que se va de la Mesa del Ruido a la vista del poco caso que le hacen y de que sus propuestas caen en saco roto. Con estos dos colectivos fuera, ya no habrá ruido en la mesa.