Cualquiera que sepa o quiera bailar tangos argentinos puede salir a demostrarlo o simplemente a disfrutarlos los jueves de agosto en el paseo de San Francisco. La iniciativa es de La Maleva Tango, una escuela que funciona en el Centro de Ocio Contemporáneo de San Roque. La mayoría de los bailarines que recorren las baldosas muy cerca de los veladores son de esta academia, pero la participación es libre y de hecho, hace dos jueves, se sumó al grupo un turista de Bilbao. Son milongas al aire libre, de la que disfrutan quienes bailan y también los espectadores improvisados entre las nueve y las once de la noche.

Diego Rodríguez, responsable de La Maleva junto a su pareja Paca Fernández, impulsora de la enseñanza de este baile en Badajoz desde hace 15 años, explica que llevaban varios años intentando poner en marcha esta iniciativa, de sacar el tango a la calle y lo han podido hacer cuando han obtenido permiso del ayuntamiento, un requisito indispensable porque ocupan un espacio público.

Rodríguez comenta que en Badajoz empieza a haber mucha afición al tango milonguero, un baile que requiere dedicación y tiempo de estudio pero que "no es difícil", asegura, a no ser que el pretendiente sea "demasiado duro de oido". Según este entendido, en cinco meses se puede estar bailando en salas. Paca Fernández tiene claro que para aprender a bailar "solo se necesita un poco de constancia y que te guste. El tango te exige al principio, pero te lo devuelve con creces. El tango te atrapa", resuelve. El aprendizaje del tango milonguero nunca se acaba "siempre se está investigando, yo llevo 10 años y siempre encuentro gente que me puede enseñar", reconoce Rodríguez. En La Maleva lo practican actualmente 25 alumnos y no es necesario tener pareja para aprenderlo. "Bailamos todos con todos" en las clases porque de otra forma "sería imposible, no vendría nadie".

En San Francisco el tango que suena es el de su época de oro, entre 1930 y 1950, del que existen "miles de temas". Las voces de Francisco Canaro, la orquesta de Juan D'Arienzo, la de Carlos Di Sarli o de Osvaldo Pugliese y el sonido del bandoneón acallan el canto de los pájaros.