TNto sé si es leyenda urbana o realidad pero dicen que dijo el talentoso presidente que nos gobierna, extasiado, a su mujer sobre la trascendencia cósmica que supone el hecho de que cualquiera podría llegar a ocupar su cargo. Ya conocimos de un electricista que fue ministro y enarbolaba la bandera del esfuerzo propio y del hecho a sí mismo en detrimento de quienes estudian y reciben preparación académica, como si esto último fuera pan comido o una pérdida de tiempo.

La remodelación ministerial fallida, acelerada, mediática y compungida que hemos vivido en el suelo patrio nos permite contemplar, con toda su aureola de éxito y esplendor, al ufano gallego que ahora se gastará los dineros de todos (o de nadie, como dijo una hábil compañera de ideología) en las obras públicas. Fatuo y engreído, ha colgado de la web de su flamante ministerio un álbum de fotos que ni el tuenti o el facebook, vamos, y un asombroso curriculum donde cuenta de sí mismo la oscuridad tecnológica de la que sacó a su partido y lo mucho que le interesa la comunicación electoral, el marketing político y zarandajas de semejante calado, de lo que se considera especialista. A la par, su biografía existencial, con los orígenes humildes, la dedicación al partido y su puntería a la hora de elegir a qué líder servir.

En el curriculum no aparece que apenas se quedó en el COU, que empezó carreras sin éxito, que no se le conocen trabajos más que los cargos políticos a cuenta del erario público y que cada vez que se presentó a elecciones como cabeza de lista, las perdió. Algunos pueden embriagarse con la propaganda y aplaudir trayectorias basadas en interioridades partidistas al alcance sólo de correligionarios disciplinados pero como orígenes humildes tenemos casi todos y haber estudiado con beca y esfuerzo familiar y personal no es ninguna novedad, habrá que convenir que estudiar hasta el final no es una temeridad, que trabajar incluso puede ser bueno y que tener preparación universitaria es mucho más que obtener un título. Ser licenciado o doctor no es garantía de éxito en la vida pero no parece sensato creer que el camino idóneo sea medrar en política.

Las biografías del resto de sus compañeros de gabinete demuestran que la lógica se encuentra antes en las aulas que en los mítines.