Utilizando la lectura como hilo conductor y herramienta imprescindible en las investigaciones arqueológicas, los talleres en familia volvieron a llenar de niños y padres el Museo Arqueológico. En esta ocasión, la misión era encontrar el Puntero Sagrado y para ello tuvieron que seguir pistas, superar trampas y librarse de un malvado arqueólogo y ladrón de guante blanco.

"Se trata de que entiendan de manera divertida que el texto escrito, el trabajo de biblioteca y de documentación facilita, y en algunos casos es clave, el análisis que luego hacen los investigadores de los objetos de cultura material", explicó Manuel de Alvarado, director del museo.

Con tres monitores disfrazados de museóloga, bibliotecaria y arqueólogo, las salas y pasillos del recinto se convirtieron en el escenario en el que buscar pistas y llegar hasta el Puntero Sagrado: un yad hebraico datado entre los siglos XIII y XV que servía para leer la Torah, pieza invitada del mes procedente del Museo Arqueológico de Cáceres.

Para llegar hasta el ansiado tesoro, estos singulares investigadores fueron descubriendo salas y piezas del museo e incluso tuvieron que realizar una pequeña excavación.

Hace dos años que el museo programa este tipo de talleres, que se han ganado un hueco en las agendas de las familias pacenses. De hecho, apenas quedan plazas libres para los siguientes, que se desarrollarán en dos sesiones todos los sábados del mes, según explicó María José Oliva, jefa del departamento de Didáctica.

Los talleres en familia se han convertido, por tanto, en una parte esencial de la programación del museo "porque está claro que es muy importante que el público se implique. Cuanto mayor sea su participación, más satisfecho se va", argumentó Manuel de Alvarado.

El museo también ha iniciado un nuevo ciclo de conferencias, que ayer inauguró la arqueóloga Cristina Sánchez Hernández para hablar de las intervenciones realizadas en la iglesia de Santo Tomé de Plasencia.