Los Emiratos Árabes Unidos, país amigo del nuestro desde décadas, que gasta millones en campañas publicitarias y anuncia reformas radicales en su legislación prometiendo una apertura que apenas puede ser considerada más que simbólica, vulnera los derechos más fundamentales sin sonrojo y sin coste en sus relaciones internacionales. Las imágenes como destino de negocio y turístico de modernos rascacielos, innovaciones arquitectónicas e ingeniería avanzada o el Gran Premio Fórmula 1 de Abu Dabi, seguido por millones de espectadores, se erige como un telón de teatro. Su imagen se asocia al lujo olvidando que tras sus millonarias campañas de marketing se esconde un triángulo de las Bermudas en que los derechos, las libertades, la vida de los disidentes desaparece sin dejar rastro. Solo queda tras de sí un silencio espeso que lo cubre todo como lo hace la abaya sobre el cuerpo de la mujer saudí. Los vínculos económicos son criticados por partidos que a su vez potencian o facilitan las relaciones comerciales y así, como una marea negra se expande su influencia atrapando, ahogando, sepultando las opiniones en su contra. En 2012 fue detenido el profesor de derecho y abogado de derechos humanos Mohammed al-Roken, condenado en 2013 a 10 años de prisión que cumple en una cárcel de alta seguridad del desierto de Abu Dhabi, donde ha sufrido tortura. Fue condenado en un proceso sin garantías, en el que no contó con una defensa real y sin presencia de observadores internacionales. Fue un proceso colectivo fruto de una campaña de acoso y derribo contra disidentes: Intelectuales, estudiantes, profesores... que levantaron la voz y exigieron reformas encaminadas a democratizar sus instituciones. La única actividad de Roken fue trabajar como abogado defendiendo a activistas que fueron a su vez condenados por difamar a altos cargos del gobierno. Y dar la voz de alarma por la dificultad para ejercer libremente la Abogacía. Por eso es un preso de conciencia. Los abogados constituyen un obstáculo para la impunidad, los abusos de poder de los regímenes totalitarios, son la voz de los oprimidos y de los que no se resisten a vivir sojuzgados. Creer que los países donde se les persigue están lejos es olvidar que Ud. puede ser el próximo.