Ha sido la primera en dimitir en Extremadura por vacunarse antes de tiempo. Montserrat Rincón Asensio presentó su renuncia el pasado 11 de enero, como gerente territorial en Badajoz del Servicio Público de Atención a la Dependencia (Sepad), adscrito a la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales, tras haber recibido la primera dosis de la vacuna contra el covid en una visita que realizó a la residencia de La Granadilla de Badajoz el 5 de enero, cuando en este centro, cuya supervisión entra dentro de las atribuciones de este puesto, se estaba vacunando a los residentes y trabajadores. Lo hizo, según cuenta en declaraciones a este diario, porque estaba convencida de que por su trabajo le correspondía, pues se considera un "vector de transmisión", pero que cuando se enteró de que estaba fuera del protocolo, renunció a su puesto, que defiende que no es político, sino técnico. Rincón manifiesta que su dimisión es una obligación "institucional", pero no "moral", pues sigue pensando que debía ponerse la vacuna por el riesgo que representaba para los residentes y los trabajadores de los centros que continuamente visitaba en toda la provincia "en primera línea". Montserrat Rincón fue concejala por el PSOE en el Ayuntamiento de Badajoz en la anterior legislatura.

-Es el primer cargo que dimite en Extremadura por vacunarse cuando no le correspondía.

-Quiero dejar muy claro que yo era un cargo de responsabilidad de gestión, de dirección, un técnico nombrado por un político, que es el director gerente. Es un puesto de directivo, dentro de la estructura del Sepad, no político. Tengo que dimitir porque creo que debe hacerse cuando una persona de confianza deja de serlo.

-¿Qué pasó el 5 de enero para que usted se vacunase cuando no le correspondía?

-Me vacuné pensando en todo momento que estaba dentro de los grupos prioritarios. Nadie me dijo que no lo hiciese. Cuando lo hice se produjo un malestar y hubo un aluvión de críticas internas, porque me había saltado el protocolo. Todo ocurrió en un momento en que había mucho estrés por parte la autoridad sanitaria. Entre otras cosas, el director de la residencia estaba con una pancreatitis hospitalizado y aquella vacuna era una vacuna perdida.

-¿Entonces no tenía previsto vacunarse?

-Yo ya había manifestado mi intención de vacunarme y no me habían dicho que no lo hiciera. Había hecho gestiones el fin de semana porque al director lo habían ingresado y tuve que organizar los listados con Salud Pública de las personas que nos íbamos a vacunar, entre las cuales entendía que estaba yo. Hablé con Salud Pública y ellos no veían mal que me vacunase, pero no se quedó en nada, ni que sí ni que no. Llegué a la residencia, me vacunaron, no hubo ninguna presión pero según me vacunaron ya me dijeron que no tenía que haberlo hecho. Me vacuné libremente entendiendo que todo estaba bien. Podrían habernos dicho quiénes no nos teníamos que vacunar. No estaba del todo claro. Han ido surgiendo las cosas en directo, de manera rápida y espontánea, me dejé llevar porque son muchas horas de trabajo y mucho agotamiento. Soy consciente de que cuando un puesto de confianza, de libre designación, no político, se salta el protocolo, aunque haya sido sin intención, debe dimitir. Pero mi obligación moral era ponerme la vacuna.

-¿Cómo llegó a esa conclusión?

-Porque yo era un vector de contagio altamente peligroso.

-¿Por qué lo cree?

-En los últimos ocho meses no había parado en el despacho de la gerencia. Mi trabajo de gestión no era estar en la distancia sino en plenos brotes. Me recorría tres y cuatro residencias a diario, con covid. En muchas tenía que gestionar recursos para los residentes, residentes covid que tocaba, entraba en las habitaciones, hablaba con ellos. Cuando entra un brote en un centro hay un momento de 48 horas de caos total, en el que tienes que gestionar muchos recursos. Al principio no había vacuna y cuando empieza a haberla, yo soy un vector de contagio. En esta obligación moral, que no institucional, en defensa de mi dignidad ante la ciudadanía, tengo que decir que metí la pata, por eso he dimitido a nivel institucional, pero tenía la obligación moral de ponerme la vacuna porque ponía en riesgo la salud de los ancianos en momentos muy duros. Si por un lado se está dando el mensaje de blindar las residencias entre la primera y la segunda vacuna y pasados 7 días desde la segunda, ¿qué sentido tiene que yo vaya entrando en todas y cada una de las residencias y no me vacunara?

-¿No era consciente de que se saltaba el orden de vacunación?

-En ningún momento consideré que me estaba saltando el protocolo. Sí que es verdad que al explicarme por qué, asumí toda la responsabilidad y dimití, porque he metido la pata. Creo que eso me honra. Dimití y les di la razón. Pero también quiero defender y justificar que creo que era mi obligación ponérmela, no precisamente por mí, sino para salvar vidas, que es lo que he estado haciendo durante ocho meses largos sin tener ni un solo día de descanso, de lunes a domingo, peinando toda la provincia.

-Dice que ha estado en contacto directo con los residentes enfermos. ¿En qué situación?

-No es habitual que entres en un centro y sepas quiénes son covid. Un ejemplo: he estado mañana, tarde y noche en la residencia El Prado de Mérida organizando recursos. Lo primero que hace un centro es entrar en crisis y muchos trabajadores se van porque son positivos o contactos estrechos. Se quedan sin efectivos y, ¿quién atiende a los abuelos? Yo tenía que gestionar eso, tenía que verlo y tenía que estar. Son respuestas que cuanto más tardes en darlas más en riesgo pones a los ancianos. Muchos son autónomos y se contagiaban los unos a los otros, a pesar de los protocolos. Hay un momento de caos. Yo ponía en riesgo la salud de los residentes y entendía que tenía que estar en ese grupo de vacunación.

-Y sigue pensándolo.

-No es tan descabellado. Es contradictorio: yo blindo la residencia pero puedo contagiar. En todo momento he pensado que estaba en el primer grupo de vacunación. A diferencia de todos los directores de las residencias de Extremadura, que se han vacunado, yo era personal técnico nombrado por un político, pero mi movilidad y mi riesgo de contagio como vector era mayor que el de un director de residencia.

-Entiende que es una razón más para haberse vacunado.

-Evidentemente, porque yo no estoy solo en una residencia, estoy en todas, haya o no covid.

-¿Le pidieron que dimitiese o renunció?

-Dimití yo libremente. Hablé con el director gerente, que me dijo que consideraba que no estaba dentro del primer grupo de vacunación. Le expliqué que yo pensaba que sí y los motivos: estaba en primera línea y era una responsabilidad para proteger a los residentes, a los que todos los días visitaba y por los trabajadores.

-¿Se ha puesto la segunda dosis?

-No me la voy a poner. La autoridad sanitaria no me ha llamado. Debería habérmela puesto el día 25. Pero ya no soy un vector de contagio porque no estoy en la institución. Si de esa segunda dosis se puede beneficiar otra persona que es vulnerable, no tengo ningún problema.

-¿Ha vuelto a su trabajo a la universidad?

-No soy alto cargo, que tienen exclusividad. He compaginado la gerencia con la universidad. Tengo mi compatibilidad concedida. Soy orientadora educativa. Volveré en septiembre porque este curso lo tengo suspendido. Además, en agosto manifesté mi intención de abandonar el Sepad, porque quería volver a la orientación. Pero me esperé a tener la tranquilidad de que estuviese el proceso de vacunación en los centros.

- Pero se ha ido por lo que ha ocurrido con su vacunación.

-Evidentemente. Es la gota que ha colmado el vaso. Aunque ya había manifestado mi intención de volver a la orientación porque este trabajo supone sacrificar tu vida familiar y personal, no tienes tiempo para nada. Llegas todos los días a la cama con miedo y no sabes si vas a contagiar en las residencias. Agota mucho y mi profesión es vocacional. Soy orientadora educativa y profesora de Universidad. Vuelvo donde quiero estar.

-¿Lo ocurrido tendrá coste político?

-Yo no era un puesto político, era un puesto técnico, de confianza, de libre designación, como un director de una residencia. No se ha vacunado una concejala, ni un director gerente ni un consejero, sino una persona que pensaba que estaba dentro del protocolo. Pido disculpas a la ciudadanía. Cuando una persona mete la pata, tiene que saber entrar y saber salir.

-Su dimisión ocurrió el 11 de enero y no se ha sabido hasta ahora. ¿Por qué razón?

-Eso mismo me pregunto yo. La gente más allegada sabía que había dimitido y que me había puesto la vacuna. Los motivos son siempre personales.