TMte gustaría que el coronel Navarro , director de la Academia de la Guardia Civil de Tráfico en Extremadura, explicase cuándo, en qué período de la historia o en qué país o parte del mundo no ha habido crisis de los "valores morales". En la fiesta del Pilar, patrona del cuerpo --un anacronismo, por cierto, también de índole moral, en un país aconfesional en el que, además, puede haber guardias civiles de otras religiones-- el coronel atacó no sólo la crisis "económica, financiera, social y laboral" que padecemos --crisis recurrente en todas las épocas en las zonas ricas del planeta, porque en las pobres no va y viene, porque es permanente-- sino que fue más allá y criticó "la crisis de valores morales que hay actualmente". No dudo de la buena fe e intención del coronel, pero siempre me ha inquietado que desde particularismos morales como el de los universos uniformados, se utilice un acto celebrativo o protocolario como plataforma de ideas que deberían tener expresión en otra parte, como un medio de comunicación.

Desde que se tiene noticia escrita de las pasiones humanas, la cuneiforme mesopotámica o la jeroglífica egipcia, pasando por la literatura sánscrita, por la hebrea, por el teatro y la filosofía griega y latina, por la literatura medieval, por la del Renacimiento y por todo lo escrito posteriormente, en todos los casos se hace la crónica de una crisis moral, lo que quiere decir que ésta es muy anterior a toda forma de expresión escrita y tan antigua como el propio género humano. No es ahora cuando hay la mayor crisis moral de la historia, sino todo lo contrario. Basta volver a la Biblia para encontrarnos con crisis morales de campeonato, algunas de ellas tan descomunales, que, según estos escritos, Dios tuvo que sacrificar nada menos que a su hijo, enviándolo para ser sacrificado en la tierra, con el fin de redimir a la humanidad.

La culpa, cuya máxima expresión está en el Edipo rey de Sófocles, es la expresión individual de la crisis moral consustancial con la naturaleza humana. Shakespeare es la manifestación de eso, como tantos otros escritores y pensadores de todos los tiempos no hacen otra cosa que constatarla y darle forma teórica y expresiva. La diferencia es que hoy, en el Occidente democrático y en España, la situación moral, contra lo que dice el coronel, es la mejor de la historia.