Los menores que cometen delitos de violencia doméstica suelen pertenecer a familias normalizadas. En la mayoría de los casos existen lazos afectivos paternofiliales, a veces, incluso, el propio menor, a pesar de haber maltratado al padre o a la madre, reconoce que le quiere, según la psicóloga del equipo técnico del Juzgado de Menores Carmen Padilla.

Suele haber, según declaró, inadaptación familiar, sobre todo en la conducta que le demuestra el menor a la familia, "un comportamiento negativista, desafiante, desobediente, hostil, dirigido siempre a alguien de la familia". Esto, en su opinión, es curioso "porque muchos padres comentan que fuera de casa suelen ser buena gente", aunque cuando se crea el clima de confianza también aparece la inadaptación escolar y social. Carmen Padilla reconoce que en muchos de los casos aparecen pautas de conductas de los padres hacia ellos muy permisivas. "El niño ha sido el caprichoso de los hermanos, le han llegado a permitir tanto que se le ha llegado a permitir hasta la violencia", subraya.

En su opinión, la mayoría de estos chicos tienen trastorno de conducta desde pequeños, pero a raíz de permitirles muchas cosas ese trastorno de hiperactividad ha podido desencadenar en un trastorno desafiante o disocial de la personalidad, según explicó.