Una motocicleta quiebra el silencio. El eco la mira pasar. Son las cuatro de la madrugada. Llega un email que ilumina la pantalla del móvil en la mesilla. Parecen señales para adelantar la mañana. «El marido de Nasrin quiere darte las gracias, Rosalía». Más de medio millón de personas en el mundo han secundado medidas de denuncia contra la situación de la abogada iraní condenada a recibir 148 latigazos y a 38 años de prisión por defender los derechos de las mujeres. La noche, rota ahora por preguntas que espabilan el sueño. Surge natural la de por qué no hubo otros mails en el pasado. Por qué no otros mails ahora.

Al menos hay constancia de 90 condenas de pena de muerte por delitos cometidos por menores de edad en Irán. La horca. Y el silencio de occidente. Ningún mensaje a deshora. Durante el año pasado se realizaron mas 7.000 detenciones a periodistas, activistas, estudiantes, abogados... Casi una treintena de manifestantes murieron y mas de cien fueron condenados a prisión o flagelación. Como Nasrin Sotudé. Protestaron por los sueldos impagados, el coste de la vida desorbitado, las condiciones insanas, la educación. Casi quinientos obreros, profesores... fueron detenidos. Muchos condenados a penas de cárcel y flagelación. Cientos de sufís, baháis y cristianos sufren trato degradante, detenciones arbitrarias, latigazos en público, persecución, exilio interno y largas condenas de prisión, flagelación y hasta muerte. Las minorías étnicas, los activistas y estudiosos del medio ambiente... En las calles se levantan, anónimos. Mueven sus pancartas en el aire, torpes, faltas de costumbre.

Banderas sin banderas. Velos para destapar vergüenzas y alas picassianas abandonando el nido. Hasta que la policía arremete contra ellos y arrancando las telas garabateadas, estrangula la razón. En un torniquete perverso que deja a la libertad sin sangre. Sin mails, sin campañas de llamamiento, sin titulares aunque sean fugaces en los periódicos. Cerca, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Israel, Egipto, Turquía, Irak, Libia, Siria, Yemen... y la ausencia de reacción, la indolencia, el petróleo, la venta de armas, los acuerdos comerciales se superponen a los derechos humanos. Sin derecho a lazo. Sin minutos de silencio. Víctimas de primera y segunda categoría. El olvido les borra las caras. Mueren un poco más cada segundo, sin que nadie eleve la voz por ellos o pueda agradecer en un mensaje nuestro apoyo.