"Si no me morí anoche, no creo que ya me muera". Con esta frase describía ayer María Lourdes Silva Guerrero, de 82 años, el susto que le provocó la noche anterior, sobre las 22.40, el derrumbe de uno de los muros exteriores de su vivienda cuando se encontraba sentada al fresco con una vecina en un banco situado a pocos metros de la pared que se vino abajo. El polvo la cubrió y llegó a marearse, aunque ayer se encontraba perfectamente, así como la vivienda tampoco sufrió otros daños, salvo la pared, de unos treinta centímetros de grosor, cuyos escombros permanecían en el suelo, en la esquina de la calle Extremadura con Dos de Mayo, en la barriada de San Roque.

Pilar Hinchado, hija de María Lourdes, que estaba con unas amigas a pocos metros de su madre, contó que vieron un chispazo, "la pared se abrió a la mitad y se vino abajo". "Fue como un relámpago, empecé a gritar ¡mi casa! ¡mi casa! y ya el polvo me tapó", señaló la afectada.

El muro que se derrumbó era el original de la vivienda, con más de medio siglo. Debido a la humedad, hace unos 12 años los dueños construyeron otro interior de ladrillo para dejar un espacio de separación. Esta segunda pared no sufrió daño alguno, por lo que dentro de la vivienda no había desperfectos. En la habitación afectada duermen dos nietos de la propietaria, de 16 y 17 años, hijos de Pilar. Los jóvenes han dejado de utilizar esta estancia, pero el resto de la casa sí esta habitable. Hoy comenzarán las obras de reparación.