TAt veces, los badajocenses, a fuerza de mirar a los árboles, no percibimos el bosque. Me explico. Hemos tenido un mes de mayo, y algo de junio, muy efervescente. La celebración del Día de las Fuerzas Armadas se llevó la parte del león en los medios de comunicación. Pero tengo para mí que, con mucho, la noticia más relevante de estas semanas en nuestra ciudad ha sido la presencia de la música. Ha habido conciertos de todo tipo y para todos los gustos y edades. Y, además, para todos los bolsillos. Algunos de los más destacados fueron gratuitos. No voy a dar la lista, porque es larga. También la de los organizadores. A lo que parece, nadie lo ha puesto suficientemente de relieve, esta es una ciudad muy musical. Mire usted por donde.

No soy cándido. Sólo quiero dejar claro que entre nuestros atractivos no sólo se encuentran los tópicos de siempre, a veces muy cogidos por los pelos. Badajoz también puede ofrecer a propios y extraños una actividad cultural --musical, en este caso-- muy superior a la de otras ciudades españolas del mismo tamaño. No suena sólo a flamenco, aunque lo haga muy bien, sino a otras muchas cosas. Y eso deleita a los locales y, con un poco de organización y sentido común, también podría venderse fuera.

La cabra siempre tira al monte y yo, que soy uno de los socios más antiguos --me precio de ello-- de la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo, no puedo dejar de traer a colación su labor y, en este caso, la espléndida serie de conciertos organizados en las plazas del barrio histórico. El colofón, con la Orquesta de Extremadura, fue de antología. Ojalá continúen así y la Junta siga apoyando. Porque en la Junta también se mojan por la cultura de esta ciudad. Y mucho. Tomen nota los demás. No todo es San Juan, que, por sentido común, debiera, al menos este año, adelgazarse.

Termino con un agradecimiento. Al propietario del bar Los Navegantes , en pleno Casco, que cierra por jubilación. Ese establecimiento, donde se gestó la susodicha asociación, debiera declararse patrimonio cultural de Badajoz. Durante muchos años ha vivido y ayudado a mantener vivo el corazón de la ciudad. Y eso hay que reconocérselo. ¡Que no decaigan esos negocios tradicionales! Y, ¡que se los ayude a continuar!