Ha llamado la atención el anuncio de una serie de conciertos programados en Mérida para la vuelta del verano. Hay una serie de preguntas que provocan desconcierto:

1. ¿Por qué se hace el anuncio de una actividad de semejante envergadura económica, lúdica y musical precisamente en periodo electoral?

2. ¿Por qué lo llaman Stone&Music Festival así, en inglés, con lo bonito que es denominarlo Festival de Música de Mérida o, un poco más arriesgado, Músicas del Mundo, Festival ClasicPop de Mérida o MéridaSom?

3. ¿Por qué en Mérida, que ya tiene una actividad internacional de primer nivel, y no en, por ejemplo, Trujillo, Almendralejo, Zafra, Plasencia o Navalmoral?

4. ¿Por qué en septiembre y no en junio o mayo u octubre o en los propios meses de verano, aunque coincida con el Festival Internacional de Teatro Clásico?

5. ¿Cómo es posible que, así se ha indicado, todo sea por la voluntad de un promotor musical privado que, dicen, no está respaldado por ninguna institución?

6. Hablando de instituciones, ¿alguien puede indicar el presupuesto real que aportará cada Administración que aparece en los carteles como colaboradora, por no hablar de la entidad bancaria que se indica como patrocinadora y que, aun siendo entidad privada, teniendo en cuenta las relaciones con la Región y su anuncio de cierre de oficinas y despidos, debería informar de su contribución?

7. Es decir, ¿quién pagará los dos millones de euros que, dicen, costarán los conciertos?

8. ¿Quién ha hecho la selección y con qué criterios para traer a José Luis Perales, Celia Romero, Raphael, la Orquesta de Extremadura, Alejandro Sanz, Manuel Carrasco, Miguel Poveda y, si sale, David Guetta?

9. ¿Por qué algunos tenemos la sensación de que los recortes realizados a actividades en Badajoz como Los Palomos, Contempopránea y Badasom, citas reducidas a expresiones musicales imposible de comparar con las de ediciones anteriores, tienen que ver con la creación de esta actividad hasta ahora desconocida en Mérida?

Y 10. ¿Por qué algunos pusieron el grito en cielo con la venida de Woody Allen por poco más de cien mil euros, demostrando ser maestros en el arte de la demagogia y la hipocresía, y miran para otro lado con algo que vale casi veinte veces más y todavía nadie sabe quién paga?