Es un tema recurrente este de la llamada ‘Reconquista’. Y desde el punto de vista histórico resulta cada vez más claro. Es obvio que los conquistadores árabes también poblaron y se radicaron en Hispania, que comenzó a llamarse Al-Andalus. Dieron lugar a un modo de organización y a una estructura social nuevas. Considerando que la mayor parte de la población cambió de lengua y de religión hay que aceptar la existencia de una mayoría de antiguos hispanoromanos -por Hispania, no por España-, con un muy importante aporte de norteafricanos, poco islamizados y poco arabizados en un primer momento. El número de árabes fue menor, pero eso es muy difícil de cuantificar, lejos ya de las cifras contenidas en unas crónicas por fuerza inexactas, redactadas mucho después de ocurridos los sucesos. Hubo un aporte continuo durante mucho tiempo, pero no podemos establecer perfiles muy nítidos ni radicales a la hora de diferenciarlos. Primero, porque las genealogías transcritas en los documentos son engañosas. Cualquiera pretendía tener un antepasado árabe como modo de ennoblecerse. Piensen en los reyes aftasíes de Batalyaws, fingiendo pertenecer al antiguo linaje árabe de los Tuyibíes, a pesar de ser de origen amazig. Y el segundo motivo es que ya llegaron mezclados con otras gentes del Mediterráneo Oriental. El general que conquistó Qurtuba es un ejemplo. Se llamó Muguiz al-Rumí, o sea, el romano o el bizantino, indicativo de ser converso o hijo de converso. Y hubo muchos así.

Y, naturalmente, hubo minorías no asimiladas, en lo religioso, aunque desde el punto de vista cultural pasaron a ser islámicas, no sin ciertos rasgos locales. Se trata de los cristianos y de los judíos. Y, quizás de grupúsculos poco cristianizados en el momento de la conquista de 711. A pesar del testimonio siempre parcial de los textos, no puede caber duda de la existencia de grupúsculos aislados aún paganos, poco a poco asimiladas. Pero todo eso es historia seria. El nacionalismo español solo se fija en los cristianos para justificar sus razonamientos, porque le interesa. Desconoció siempre que aquí existía una sociedad muy parecida a la de los países árabes y se inventó el mito de la singularidad.