TEtn 1985, el gobierno municipal socialista decide, con su mayoría absoluta, quitarle la calle a Matías Montero (y Rodríguez de Trujillo) para otorgársela a Margarita Nelken (Mansberger). Entonces y ahora, dos absolutos desconocidos para la mayoría de los mortales que cobran protagonismo gracias a un soez, impúdico y peligroso revisionismo que nos hace volver a las andadas de las dos España.

El famoso artículo 15 de la Ley de Memoria Histórica habla de retirar símbolos, placas, etcétera, "conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura". Se interpreta que incluye a los dos bandos. Matías Montero no era franquista ni participó en la sublevación ni en la guerra ni en la represión. Sí, era un falangista, perteneciente a un partido legal de la República, que fue asesinado, con 21 años, en febrero de 1934. Margarita Nelken, que tenía cuarenta años al inicio de la guerra, fue una mujer de envergadura intelectual cuya biografía se empañó con actitudes revolucionarias y discursos incendiarios que no animaban precisamente a la convivencia. Su relación con Badajoz es prácticamente nula porque fue una diputada cunera. En la matanza de Castilblanco se sospechó de sus soflamas, sus compañeros de la Agrupación Socialista de Badajoz propusieron expedientarla en mayo del 36, sus escritos en el periódico Claridad espeluznan por eso, por su claridad, se opuso al voto femenino, defendió la revolución del 34 (un alzamiento en toda regla contra la República), sus relaciones con el asesino de Calvo Sotelo han tratado de ser ocultadas, compartió con Carrillo el otoño del 36, ya saben, la época de Paracuellos, como describe en su libro Félix Schlayer , encargado de negocios de la Embajada de Noruega, el anarquista García Oliver la acusó, entonces, de "acción terrorista irresponsable" y el propio Azaña tenía una opinión de ella muy concluyente sobre sus ambiciones y excesos.

Que ahora salgan, defendiéndola, historiadores, columnistas y espontáneos, bastante reaccionarios, por cierto, aunque muy a la derecha de la ideología de la señora Nelken o que en Google sus admiradores traten de quitarle el pistolón del cinto, no impide para que, otra mayoría tan legítima como la del 85, interprete que el artículo 15 también le incluye a ella.