Si observamos un mapa de las regiones de Europa clasificadas por su nivel de rentas, resalta con mucha nitidez cómo las regiones más desarrolladas están concentradas en Centro Europa, en la conocida banaba de la riqueza y a medida que se alejan de ella se va intensificando la pobreza. Ese fenómeno se produce a nivel europeo, pero se reproduce en cada país conforme nos alejamos o acercamos a los principales núcleos de consumo, de conocimiento y de toma de decisiones. De la misma manera, si observamos la intensidad de las redes de comunicaciones a nivel europeo o nacional coinciden con la prosperidad. No hay causa más directa de la pobreza o de la riqueza de un territorio que sus conexiones. Se puede dudar si fue antes el huevo o la gallina, pero es indudable que las conexiones generan un círculo virtuoso de riqueza o un círculo vicioso de pobreza.

Históricamente las ciudades más prósperas estaban junto al mar y tenían en el puerto su punto de referencia. Igualmente aquellas ciudades de interior con río navegable conseguían conectarse con otros lugares y hacían del río su principal ventaja competitiva. Después llegaron los grandes caminos que hicieron de sus cruces lugares de progreso. En el siglo XIX el ferrocarril convirtió las estaciones en polos de desarrollo, y más recientemente los aeropuertos dieron la categoría global a una ciudad. Hoy emergen con fuerza las conexiones digitales, energéticas y sobre todo de conocimiento e innovación. Y mientras unos territorios crecen exponencialmente otros se quedan rezagados en función de su posibilidad de estar próximos a los grandes conectores internacionales.

Extremadura no dispone de puerto ni de un aeropuerto internacional, tampoco a corto plazo de grandes concentraciones de población y consumo. Pero hoy las distancias se miden en tiempo, y sí que podemos aproximarnos a gran velocidad y bajo coste esos conectores internacionales. No es un tren lo que demandamos, es una infraestructura que nos permita subirnos al siglo XXI y poder en poco tiempo transformar el Sudoeste Ibérico en un nuevo eje de desarrollo. No es un tren lo que queremos, queremos mejorar la vida de mucha gente.