TMtamá en la cocina. El aire que se respira es un aire especial. Llegan las notas, y las botellitas para el maestro y la función de Navidad. Las vacaciones que nunca terminan. Las películas de por la tarde. Días enteros para jugar. La radio la mañana del Gordo. Vuelve a casa vuelve o queremos turrón, turrón, turrón o la chispa de la vida o el juguete completo juguete Comansi. O las muñecas de Famosa van camino del portal. La calle para jugar. Las compras de última hora. El recital de Raphael. El mensaje del Rey. Los entremeses, el pavo para tres días, el flan y la bandeja de turrones, polvorones y mazapán. Vamos a brindar con champán hasta que llegó Freixenet. La luz en las casas. La luz que salía por los balcones de la plaza. La familia llegando, los amigos llamando a la puerta, la cocina hasta arriba de gente, la zambomba, la pandereta, los villancicos de la tele. El telediario hoy ha sido especial, como si en el mundo solo hubiera buena gente. Y a la misa del Gallo en San José y la fiesta de después en el salón de actos. Y, claro, también Papá Noel. Es una bendita mezcla de recuerdos y bienvenidas, de regresos y nostalgia, de abrazos y echar de menos, de vestirse de personas y dejar en el armario los abrigos de acero. De creer en la vida y honrar a los muertos, de entender el mensaje y de aceptarlo como cierto. Porque se trata de amor. Algunos le llaman esperanza, solidaridad, generosidad, acercamiento, confianza, mano tendida y corazón abierto pero, en el fondo, es amor y todos los sabemos. Hay quienes detestan hablar de esto, tal vez porque lo saben también y no quieren hablar de ello. Tal vez porque creen en otra cosa o en otro nombre. Tal vez porque creen que así son diferentes o porque son más fuertes o porque no tienen sentimientos. Da igual. Uno puede pasarse la vida luchando contra ello, o ignorándolo, u olvidándolo. Pero no se puede batallar contra los recuerdos y huir del pasado. De los olores, de los retratos, de los colores, la música y de los besos y abrazos. Siempre, al principio o al final, siempre es lo mismo. Aquí o en los límites del universo. No hay otro mensaje. No hay otra imagen. No hay otro cielo. Siempre es mamá, en la cocina, sentada a la mesa, obligándonos a que todo salga perfecto, llevando en todo momento el peso porque hoy es Nochebuena y mañana Navidad.