TQtuien advierte no es traidor y les adelanto que algunos vocablos que aquí aparecen no suenan muy bien, pero es lo que hay, es como hablamos por estos lares y forman parte de nuestro vocabulario habitual. A quien viene de otros lugares, le sorprende nuestra singularidad verbal; palabras, o en muchos casos palabros, que no han oído nunca y que no saben cómo interpretar, y al contrario, términos que dichos fuera, son insultantes y que en Badajoz carecen de la menor importancia. Recuerdo la primera vez que le dije a mi norteño marido que era un borde . No había manera de convencerlo de que no era una ofensa, que aquí es un calificativo que pretende definir a una persona sarcástica, más cercana a la ironía divertida que a la mordacidad. Por las tierras del Cantábrico, es directamente una vejación, ante la que responden algo más que irritados porque les estás llamando bastardos. Hace poco, conminé a una amiga vallisoletana a que no se revirase . No sabía lo que le estaba diciendo; ¡mujer, que no te enfades!

Arrepío es una palabra de por aquí, que no viene en el diccionario, y que el norteño con el que me casé ha adoptado. Le gusta esa manera de expresar un súbito deseo de algo. De sorpresa en sorpresa iba cuando llegó a Badajoz. ¿Quieren unos chochitos ?, nos dijo un camarero después de ponernos las cervezas. Miró al hombre y me miró a mí. "Son altramuces caballero". Y chacho . No hay nada que suene más pacense que esa manera de llamar la atención a un amigo o conocido. Pacense, y ciertamente vulgar, pero que nos identifica irremediablemente. Es el quillo de Huelva o el picha de Cádiz.

Nos entienden en todas partes porque a la mesa le decimos mesa, a papá papá, pero que no se equivoquen, cuando un amigo hace tonterías está bollao , en las casas se comen fridiños y para algunos, esto que estoy escribiendo será una jodiura .