Empresario y amigo

Hace más de diez años que conocía a José Luis, pero sobre todo en los últimos mantuvimos una relación muy íntima, nos conocíamos mucho. Me enteré ayer de lo ocurrido cuando lo llamé por teléfono. El domingo hablé con él por última vez. Nuestra relación era diaria.

Siempre que alguien muere solemos destacar su valía, pero en este caso la única realidad es que José Luis era extraordinario y me resulta horrible que nos haya dejado.

Era tremendamente amable, siempre tenía la sonrisa en la boca, nunca te decía que no y jamás le oí una mala contestación. Era así, no porque ahora haya muerto. Cuando alguna vez tuvo pequeños enfrentamientos con motivo del cargo que ocupaba en el ayuntamiento, como cuando se organizó la ´feria de día´, aunque los feriantes estaban en contra, seguimos reuniéndonos y al final, no sólo consiguió que hubiese acuerdo, sino que nos fuimos todos juntos a tomar una cerveza. José Luis nunca se enfrentaba, sino todo lo contrario, siempre tendía manos para llegar a acuerdos, costase el tiempo que costase. Esta era una de sus mayores virtudes. Era muy difícil enfadarse con él.

José Luis era amigo de sus amigos y estaba las veinticuatro horas de servicio. Era incapaz de decir no a nadie.