Las obras de ampliación del párking de Menacho han sacado a la luz el resto de la muralla del baluarte de Santiago, del siglo XVII. La excavación realizada permite ver ya el muro, que presenta una parte en buen estado de conservación y otra que no lo está, según confirmó ayer a este diario Ildefonso Ramírez González, arqueólogo de la empresa Gea Patrimonio, encargada de las obras.

La muralla es la continuación de la que se puso al descubierto cuando se construyó la primera parte del aparcamiento, que se mantuvo y se integró en el proyecto. "Entiendo que ahora se seguirá el mismo criterio, se integrará dentro del párking y se perderán las plazas que se tengan que perder, pero se conservará parte de la historia", apuntó Ramírez González.

La aparición del resto de la muralla del baluarte no ha sido una sorpresa para el arqueólogo, que ya trabajó en la primera fase del aparcamiento. Por este motivo, también señaló que prevé que salga a la luz una nueva parte del cementerio andalusí, aunque para ello habrá que excavar entre 2,5 y 3 metros. Los restos óseos que se hallen se trasladarán al Museo Arqueológico Provincial y como se encuentran enterrados en agujeros hechos en la suelo y lo que quedará tras su extracción es tierra, no supondrán ningún problema para las obras. "El cementerio está tapado por todos los escombros que se han echado durante los últimos cien años y los restos aparecen como verdaderos cromos por el peso que tienen encima", añadió el arqueólogo.

"De momento no ha aparecido nada que no esperásemos. El baluarte de Santiago es tan conocido, tenemos datos de la existencia de restos paleolíticos, del cementerio andalusí, y del propio baluarte, que aparezca una cuarta cosa sería una gran sorpresa, aunque en esto nadie puede decir nunca que no haya nada más", indicó Ramírez González.

OTROS RESTOS Las excavaciones realizadas hasta ahora (ya se ha llegado al nivel de la calle Ramón y Cajal) también han dejado al descubierto otras construcciones menores. Por una parte, según explicó el arqueólogo, ha aparecido un muro de barro de unos 40 o 50 centímetros de grosor, que pertenecía a los edificios de pertrecho que tenían los baluartes militares y que era el lugar donde se tenían los caballos y el armamento y que, además, servía de pantalla a las balas.

Asimismo, se ha dejado a la vista una escalera de cemento moderno de una edificación de la JONS de después de los años 40, que bajaba a los servicios.

En el caso del baluarte de Santiago, cuando dejó de funcionar como fortificación militar, se rellenó de escombros para construir una plaza pública, bajo la que se encontraban construcciones de distintas épocas.

La empresa Gea Patrimonio se encarga de sacar a la luz sus restos, pero, según explica el arqueólogo, será la Junta de Extremadura, que supervisa los trabajos, la que decidirá finalmente qué se conserva y se integra en el proyecto y que elementos se pueden destruir por carecer de valor histórico. "Nosotros decimos lo que hay y lo que se hace con lo que ha aparecido le corresponde decidirlo a la Junta", insistió Ramírez González.