Suele decirse que ser obrero y de derechas, más que un simple oxímoron -palabra que en estos atribulados tiempos se ha puesto muy de moda y con razón- es el paradigma de las contradicciones. La izquierda nació precisamente para proteger a los obreros de los abusos del capital, es decir, de la derecha. Conquistas históricas como la jornada laboral regulada, el descanso semanal, las vacaciones anuales, la protección de los menores frente a la explotación laboral, los subsidios de desempleo y de enfermedad, la jubilación remunerada, la seguridad social, la educación universal y gratuita, y tantos otros logros solidarios, son conquistas de la izquierda. El Estado del Bienestar -que no es más que la aplicación a las naciones del principio de igualdad por el que el conjunto de la sociedad, incluidos los más pobres, tiene derecho a recibir todas las prestaciones básicas sin tener que pagar por ellas- es un triunfo de la socialdemocracia que, después de casi un siglo de su implantación en el norte de Europa, sigue funcionando muy bien allí y haciendo que esos países -Noruega, Suecia, Dinamarca o Finlandia- sean los más avanzados y de mayor bienestar del mundo. Por eso no se entiende que los obreros voten a la derecha, que lo que pretende, precisamente, es quitarles esos beneficios sociales.

En España la cruda realidad de las mentiras del PP, de su desastrosa gestión de la crisis, de su neofranquismo y de su política represiva, ha abierto los ojos a los obreros que votaron a la derecha. Uno de ellos es Alberto Casillas, el camarero que defendió a los manifestantes que se refugiaron en su bar huyendo de las desaforadas cargas policiales del 25-S. Ahora la policía le imputa por su actuación, que no puede calificarse más que de ejemplar desde todos los puntos de vista. Naturalmente, el señor Casillas, que es un sencillo trabajador pero no es tonto, se ha dado automáticamente de baja como militante del PP y ha jurado que jamás volverá a votar a ese partido. Ha tenido que sufrir la injusticia en sus propias carnes para abrir los ojos. Lo mismo les está ocurriendo en estos momentos a muchos obreros votantes del PP, que han visto cómo "su" partido les ha quitado sus derechos, les ha recortado en todo lo que son conquistas sociales, les ha dejado sin ayudas básicas y, encima, les cobra por todo lo que antes era gratuito, y les cobra más por todo lo que antes no lo era. Ahora, los obreros ya saben a qué atenerse.