De oca en oca y tiro porque me toca, reza la cantinela de uno de los juegos de mesa más populares en mi infancia. El dado se la está jugando al Ayuntamiento de Badajoz, que en lugar de adelantar casillas en el peliagudo (más bien plumiagudo) problema de la proliferación de gansos en el paseo de la margen derecha del Guadiana, se ha encontrado con que, de momento, es la única administración que está dispuestas a poner las fichas sobre la mesa para buscar una solución, aunque sea tardía.

Las ocas se han hecho dueñas del parque y no sólo amenazan a corredores y paseantes, sino al ecosistema, del que son reinas y señoras. Dicen quienes han convivido con estas aves que son poderosas y protegen una propiedad mejor que un sabueso. Desde luego en Badajoz lo están demostrando. Ya alcanzan la friolera cifra de 400 ejemplares, y creciendo. Mucho después de que voces acreditadas diesen la alarma y casi se convirtiesen en graznidos, el junio pasado se celebró la primera reunión entre representantes del ayuntamiento (propietaria del parque y encargada de su mantenimiento), la Confederación Hidrográfica del Guadiana (responsable del río), la Junta de Extremadura (competente en materia de sanidad animal) y el propio Colegio Oficial de Veterinarios, que se ha mostrado muy solícito en esta cuestión. Se trataba de buscar una solución y quedaron en volver a reunirse tras el verano.

Terminó el estío y el hastío prolongó las agendas hasta bien entrado el otoño. Volvieron a verse en noviembre y, según testigos presenciales, los técnicos de la Junta ofrecieron el centro de fauna salvaje de Sierra de Fuentes como destino para estos gansos, que nadie sabe cómo se aposentaron en esta zona de Badajoz. El ayuntamiento se comprometía a encontrar la forma de trasladarlos. De no haber contado con el ofrecimiento de la Junta no se entiende que hubiese gastado recursos y energías en probar la forma de engañar a las aves para llevarlas a su nuevo destino. Necesitó una gran jaula, que le cedió la Federación Extremeña de Caza, y un camión para transportarla, tuvo que disponer de varios trabajadores de Joca, la empresa encargada del mantenimiento del paseo, y ver la forma de engañar a los gansos, colocando comida en lo que sería su perdición. Muy gansos tendrían que ser para no picar y colarse en el hueco a la caza de un suculento menú. Demostraron que su nombre es merecido y no dudaron en caer en la trampa. Era una prueba y el resultado fue el esperado.

Pero resultó que en Sierra de Fuentes desconocían que iban a ser receptores de estas ánades, que no son salvajes sino domésticas asilvestradas. Así se lo confirmaron a este diario y el ayuntamiento se quedó con un palmo de pico ante tanta incongruencia. Qué falta de seriedad. Así de simple. No es serio que un técnico de la Junta, se entiende que autorizado, ofrezca instalaciones de las que no dispone y ponga a otra administración en el brete de demostrar que es capaz de cumplir con su parte. Alguien alzó el vuelo sin alas.

La maquinaria administrativa es pesada. Si este problema hubiese ocurrido en un espacio privado, hace tiempo que se habría resuelto. Descartada una quedada de tiro al pato, algún lugar debe existir en el que los gansos puedan subsistir sin suponer una amenaza. Si del traslado se derivan problemas sanitarios, ahí están el colegio de veterinarios y la Junta para aconsejar y controlar. Tanta gansada no puede ser admisible. Ya hay un alcalde, el de Don Benito, que está dispuesto a quedarse con unos cuantos. Hagan juego, señores, lancen el dado.