La canícula estival te impone los pensamientos mediante órdenes subterráneas. El subconsciente también obedece a los rigores del calor y lo cierto es que cuando te das cuenta, estás pensando en sexo con la mirada vuelta y el gesto de idiota. A veces, ves alguna o algunas partes descubiertas de un cuerpo del sexo contrario --o del mismo, según quién-- y ya no te fijas en el tráfico, ni de la gente con la que chocas en la acera. Sólo sigues con la mirada la estela del cuerpo ennovillado con su movimiento de bum bum bum, como un faro de frescor en el horizonte, y suspiras si lo pierdes.

Badajoz, con sus cuarentaycincogradosalasombra y sus noches desparramadas, es dura en esto. En la playa, al fin y al cabo, tú también vas en bañador y eso basta como efecto deserotizador. Pero aquí, empapados de sudor, sobrecalentados a la parrilla del asfalto, con vestidos cortos y la-mente-larga, la canícula te reconvierte en un ser abyecto que sólo piensa en sexo, en zonas corporales y movimientos voluptuosos.

Por eso es importante que Badajoz tenga una oferta cultural y lúdica en verano que llene el tiempo, engrandezca el espíritu y rebaje la temperatura ambiente y corporal, que los que no van o ya han vuelto de vacaciones y los visitantes y turistas puedan tener en su mente algo más que imágenes sudorosas que, inevitablemente, derivan en sexo, aunque luego, esas actividades, si hay buen rollito, también pueden acabar en sexo. Pero bueno, siempre podremos decir que lo hemos intentado (y lo hemos conseguido). Eso, o la ensalá y los chopitos para la canción del verano, que aunque no lo parezca también es sexo subliminal.