Hace ya cuatro años, el 1 de septiembre de 2016, celebré la finalización de las obras de rehabilitación del entorno de la Puerta del Alpéndiz de la Alcazaba. Fue un gran hito y un gran descubrimiento para la ciudad. Redescubríamos con gran vistosidad una puerta que estaba medio escondida conectándose con los Jardines de la Galera, se ponían a la vista unas excavaciones arqueológicas qué nos permitían intuir el inmenso potencial arqueológico que escondía el Cerro de la Muela y por primera vez en mi vida me permitió cerrar el recorrido del adarve de la alcazaba de 1.130 metros, según dicen el más largo de Europa, y con unas vistas incomparables. Se podía imaginar que esta alcazaba podía tener un alcance universal y, por qué no, deberíamos aspirar a fuese declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En ese año la economía empezaba a remontar y no era descabellado pensar que con pequeñas partidas de las distintas administraciones responsables se podría avanzan cada año para que como máximo en diez años presentar una candidatura solvente e imbatible de la Alcazaba en gran parte rehabilitada y con un parque arqueológico que podría explicar su historia, que es la de la Raya y de la Península Ibérica desde los árabes.

Desde entonces alguna cosa se ha hecho. Se ha rehabilitado un pequeño lienzo junto a la Plaza de San José y las dos torres, se han hecho actuaciones de accesibilidad y está a punto de terminar la rehabilitación de La Galera. Es cierto que no se ha estado parado, pero deberíamos haber apretado mucho más el acelerador con las muchas actuaciones pendientes. Al menos se debería haber rehabilitado la Puerta de Capitel como principal acceso al monumento y actuación con mayor vistosidad, aprovechando la partida que hay en los presupuestos vigentes, y que existe desde hace tres años en los últimos presupuestos de Montoro.

Hay algunas actuaciones en trámite, como la del camino cubierto junto a Circunvalación, pero no podemos conformarnos, es muy importante apretar el acelerador. Desde ese primer día de hace cuatro años que recorrí el perímetro completo de la Alcazaba lo he hecho cientos de veces y cada vez lo hago lo disfruto, especialmente la primera vez tras el confinamiento. Ayer fue la última vez que lo he hecho y mi admiración y cariño por la Alcazaba se imponen a las también razones para sentirme avergonzado con su estado. Espero que en unos años Badajoz y su Alcazaba se sumen al mayor espacio del mundo de declaraciones universales de la UNESCO, pero hay todavía mucho por hacer y por mantener en buen estado lo hecho.