Dicen que es de sabios rectificar y yo confieso que me equivoqué cuando pronostiqué hace unos meses, desde estas mismas páginas, que el párking de Conquistadores estaría abierto en diciembre del año pasado, con motivo de las fiestas de Navidad.

Y no me llamen ilusa, como diría la canción de la Cabra Mecánica, que la cosa tenía su lógica. Los empresarios de la zona insistían en su apertura como ayuda para encarar una campaña navideña si cabe más difícil que las anteriores y el concejal de Urbanismo, Celestino Rodolfo, planteó la posibilidad de modificar el contrato con la empresa adjudicataria para que pudiera abrir el aparcamiento subterráneo sin estar terminado el edificio dotacional para las asociaciones, y la plaza en superficie como contempla el contrato inicial, salvando así el escollo que impedía su apertura. ¡Blanco y en botella!

Pero no. El párking sigue cerrado evidenciando que la complejidad para conceder la licencia de apertura a una de las obras más importantes que se han acometido en la ciudad en los últimos años, va más allá de la buena voluntad expresada por todas las partes. Y más ahora que hemos conocido que Liberbank pretende ejecutar la hipoteca concedida a la empresa.

Porque a nadie se le escapa que nadie quiere ver el párking cerrado. Se trata de una herida que escuece por igual, aunque a cada uno le sangre de distinta manera. Al equipo de gobierno del Partido Popular por el desgaste político, al promotor por la falta de ingresos, a los comerciantes y vecinos por la incomodidad y al banco por el impago de la hipoteca. Y todo ello, sin olvidar, que el asunto está en manos de los juzgados después de una denuncia presentada por un trabajador.

"La historia del párking se parece cada vez más a la del Cubo", me decían hace unos días. Y sin duda la polémica que rodea a ambas construcciones tienen algo en común: que nadie sabe con seguridad cómo van acabar.