Al menos cinco de los turistas españoles que se encontraban en el barco incendiado en el río Nilo (Egipto) eran de Badajoz. El herido más grave es Javier Blanco, un militar que sufrió quemaduras en el 40% de su cuerpo. Entre los pasajeros estaba además un matrimonio y sus dos hijos, naturales de Badajoz, pero desde hace muchos años están afincados en Don Benito. Se trata de Juan Romero, médico internista en el hospital de Don Benito-Villanueva, su mujer María Teresa, enfermera en el mismo centro sanitario y sus hijos: Mayte y Juanjo.

El buque Kampinsky salió ardiendo cuando navegaba por el Nilo la noche del miércoles, cerca de la localidad de Esna, a unos 550 kilómetros de El Cairo. Muchos pasajeros saltaron al agua. Ayer por la noche seguía desaparecido un turista español, José Luis Carpio, sobre el que en un principio se dijo que también procedía de Badajoz, porque era compañero de camarote de Blanco, pero por la tarde su propio padre confirmó que José Luis es de Alcázar de San Juan.

VOLVER A ESPAÑA

Las previsiones de anoche eran que Javier Blanco pudiera regresar a España de madrugada en un avión medicalizado, procedente de España, fletado por Europea de Seguros. La compañía aseguradora informó de que el avión que iba a trasladar a Javier Blanco, acompañado de sus familiares, debía llegar de madrugada a la base aérea de Torrejón y el herido trasladado urgentemente al Hospital de Getafe, donde quedaría ingresado en la Unidad de Quemados.

Blanco sufre heridas especialmente graves en las manos. Ayer estaba consciente y se mostraba más animado desde que llegaron a la localidad egipcia de Luxor dos primas, una de ellas médico. "Ahora está bien, pero es urgente la repatriación, para que sea mejor atendido", dijo la familiar.

El propio Blanco narró a Efe cómo se desarrollaron los hechos a bordo del Kempinsky: "estábamos en el camarote cuando de repente hubo un apagón. Después volvió la luz y empezamos a oler el humo. Salimos y tratamos de escapar por la escalera de cubierta, pero ya era imposible porque el fuego lo cubría todo", explicó Blanco. "No saltaron las sirenas, nadie dio la señal de alarma que existe en los barcos. No nos enteramos de que el crucero ardía hasta que vimos las llamas; las válvulas de agua contra-incendios no funcionaron, fue un auténtico desastre", continuó.

"El barco tardó en virar y acercarse a la orilla. Mi compañero y yo nos tiramos al agua cuando el barco zozobraba. Me vi bajo el casco, arrastrado por la fuerza de la hélice. Apreté las piernas, me impulsé y pude salir, pero a él no le encontré", concluyó, refiriéndose a José Luis Carpio.

HASTA DON BENITO

La familia de Don Benito llegaba anoche a Madrid procedente de Zaragoza, hasta donde fueron trasladados desde Egipto con el resto de los turistas. Un familiar que los esperaba en Madrid relató a EL PERIODICO la agonía que soportaron y su malestar con la Embajada de España en Egipto, que no los atendió hasta la tarde del jueves, a diferencia del cónsul italiano, que acudió a atender a sus compatriotas a primeras horas de la mañana. "Se han sentido en un abandono total y absoluto", contó este familiar, quien también trasladó la queja de los afectados por haber tenido que realizar el viaje de Zaragoza a Madrid en autobús y no en avión, como muchos otros pasajeros.

Juan Romero y su familia concertaron este viaje de visita a El Cairo y un crucero por el Nilo con la agencia de viajes Marsans de Mérida. Como el resto de los pasajeros del Kampinsky, perdieron todo lo que llevaron a Egipto en el incendio, aunque tenían contratado un seguro. El familiar mencionado desconocía si había más extremeños entre los pasajeros.