En columnas anteriores he propuesto como gran medida de impulso del Casco Antiguo un pacto global que devuelva la confianza para su definitiva recuperación. Este pacto que debería ser entre las distintas fuerzas sociales y políticas así como entre las distintas administraciones provocaría la necesaria reacción de la iniciativa privada.

La confianza es el bien más preciado de una sociedad, es probablemente la principal palanca de desarrollo y bienestar, y no se genera con buenas intenciones, requiere mucho tiempo para ganarse, pero se puede perder muy rápidamente. La confianza en la recuperación del Casco Antiguo comenzó con las actuaciones del Plan Urban, la facultad de Biblioteconomía, las obras de la Diputación en el Conservatorio y el Museo de Bellas Artes, y muchas otras actuaciones de mayor o menor intensidad públicas y de la iniciativa privada. Pero de pronto llegó la crisis inmobiliaria, y se paró todo en seco. Y para colmo la gran actuación pública en el Campillo se paralizó. Entre todos la mataron y ella sola se murió. Y parecía que cualquier avance era boicoteado. Con el pretexto de El Campillo, en la que denominaron la noche y el pacto de las velas, se inició un proceso de conflictos y asalto al poder que dificultó toda capacidad de diálogo y avance. A partir de ahí se enquistó la desconfianza.

Ahora de nuevo parece que surgen las voces del pacto por el Casco Antiguo. Hay elementos sobrados para impulsar la recuperación definitiva. El Campillo, la nueva sede de la Fundación CB, las rehabilitaciones Santa Catalina o la Galera y los fondos DUSI son una buena baza. Pero habría que provocar un pacto institucional para que el Gobierno Central se implicase con un Parador en el Conventual de la Concepción, la Diputación se quedase con la Giralda y ampliase el MUBA, la Junta se comprometiese con la Alcazaba y el Ayuntamiento con el paisaje urbano y la dotación de servicios urbanos. Necesitaría del consenso social y político local, que se comprometiese a serenarse y a recuperar el consenso y el diálogo. Todos tienen que hacer un esfuerzo. Esperemos que las elecciones serenen los ánimos y la voluntad de acuerdo no se quede solo en un postureo.