El pago de los impuestos es algo que, creo yo, no asusta a los ciudadanos tanto como los políticos piensan. En otros tiempos, la gente se enfadaba bastante cuando se subía los impuestos, sin embargo, ahora, es algo asumido y entendido por la mayoría, aunque hay que reconocer que a nadie le resulta grato soltar la pasta.

Los partidos políticos siguen empleando como estrategia electoral la subida y la bajada de los impuestos, unos retrasando el aumento durante varios años y otros confundiendo a los vecinos con una terminología complicada que casi nadie entiende. Sin embargo, todos sabemos que gobierne quien gobierne necesita dinero, que lo sacará de un sitio u otro, para desarrollar proyectos y mantener los distintos servicios. Pero deberían saber los políticos que a los ciudadanos no les preocupa tanto pagar los impuestos como que los servicios estén atendidos y sus necesidades y aspiraciones cubiertas, algo que se incumple normalmente, y sino que se lo pregunten a los vecinos de Suerte de Saavedra u otras barriadas. Por ello, al mismo tiempo que se planifica el cobro se debería rendir cuentas sobre servicios y proyectos en ejecución, así como el cumplimiento de plazos.